EL BARRIO CHINO DE "BLADE RUNNER"

Tenía que ocurrir tarde o temprano. En Blade Runner, aquel icono del cine antiguo, un artesano del barrio chino de Los Ángeles cultivaba ojos humanos en sus matraces para colocarlos a buen precio en el mercado negro del futuro. Y el futuro ya está aquí,como puedes leer en Materia. Los científicos no son chinos, sino japoneses, pero han conseguido derivar de células madre una especie de ojo humano embrionario, que contiene en sus bellos círculos concéntricos los precursores de la córnea, la conjuntiva, el cristalino, la retina y el epitelio pigmentado.


La gran promesa de la medicina regenerativa, abierta a finales del siglo pasado con el descubrimiento de las células madre humanas, está por fin aterrizando en el planeta Tierra. La idea es tan simple que resulta fácil olvidarse del tortuoso camino político, religioso y legal que ha sufrido en los últimos 20 años. Consiste en generar piezas de repuesto para reemplazar a los tejidos y órganos que han deteriorado los accidentes, la enfermedad o el mero paso de los años.

La mayor parte del ruido ha provenido estos años del uso de embriones humanos de dos semanas, por lo que es de rigor subrayar que los tratamientos experimentales de la ceguera que hemos conocido esta semana no han hecho uso de ese material delicado. Se basan en células madre iPS, generadas retrasando el reloj de células adultas del propio paciente. Tras la concesión del premio Nobel de 2012 al descubridor de esas células, Shinya Yamanaka, Japón se ha volcado en la investigación (y financiación) de sus aplicaciones, con los resultados que no hemos hecho más que empezar a ver.

Nadie ha formulado una Ley de Moore de la biología (en su versión computacional, esa ley dice que cada 18 meses se duplica el poder de un chip). Pero es posible que las ciencias de la vida estén progresando según una ley exponencial similar, entre otras cosas por su creciente dependencia de las ciencias de la computación. La vanguardia de la biología molecular, de hecho, ya no suele hablar de células madre, sino de la mucho más rompedora tecnología de edición genómica llamada CRISPR. En los laboratorios, sin embargo, sobre todo en los que se dedican a explorar las aplicaciones biomédicas y clínicas de la biología básica, los ritmos siguen siendo los que marca la prudencia.

Y ahora, entra en el barrio chino de Los Angeles.

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