Recientes estudios de la Universidad de Utah (Estados Unidos), a través del equipo de Collen Farmer, han descubierto que en los aligatores la circulación del aire también es unidireccional. Así, hace tan sólo una década que esta característica era única de las aves y los animales de sangre caliente. Ahora, la científica americana Emma Schachner quiere descubrir si los dinosaurios respiraban también en una sola dirección. Debido a que no es posible estudiar su aparato respiratorio a través de los fósiles, es necesario hacerlo a partir de sus descendientes, como las aves y los reptiles.
El hallazgo resulta sorprendente porque esta forma de respirar hasta ahora se consideraba que era propia de las aves, dado que necesitan más cantidad de oxígeno para volar, y por lo que sus pulmones pueden contener más cantidad de éste y son más eficaces a la hora de llevarlo a la sangre.
El hallazgo resulta sorprendente porque esta forma de respirar hasta ahora se consideraba que era propia de las aves, dado que necesitan más cantidad de oxígeno para volar, y por lo que sus pulmones pueden contener más cantidad de éste y son más eficaces a la hora de llevarlo a la sangre.
El lagarto varano de sabana (Varanus exanthematicus) no come como las aves, pero sí respira como ellas. Según un nuevo estudio realizado por la Universidad estadounidense, este animal, junto con el llamado aligator americano, respira también en una dirección.
Ahora, la investigadora norteamericana Emma Schachner ha añadido otra especie a la lista de los animales que pueden respirar en una sola dirección, los dinosaurios. «Descubrir la misma característica en un lagarto significa que no hay ninguna relación entre la respiración unidireccional y la sangre caliente», afirma.
En este sentido, cuando los humanos y otros mamíferos respiran, el aire circula por las mismas vías durante la inhalación y la exhalación. Al inhalar, el aire se introduce a través de la nariz y la boca y fluye por la tráquea, entonces se divide y llega a los bronquios. Ahí se sigue dividiendo, una y otra vez, hasta alcanzar los alveolos.
Cuando exhalamos, el aire restante hace el recorrido contrario, a través de los mismos conductos, hasta ser expulsado por la nariz y la boca. Por eso decimos que nuestro sistema respiratorio es bidireccional.
Las aves, sin embargo, tienen un sistema de un único sentido. El aire recorre la tráquea y luego se divide. La mitad se dirige a los sacos aéreos posteriores y la otra mitad a los anteriores. Estos sacos, estructuras que sólo tienen las aves, se contraen durante la exhalación y el aire de los anteriores se vacía directamente en la tráquea y es expulsado por las vías nasales. Los posteriores, sin embargo, se vacían en los pulmones.
Al fluir el aire fresco a través de los pulmones en una sola dirección, el intercambio de gases es más eficiente que en el caso de los mamíferos, y el oxígeno llega a la sangre gracias a los parabronquios, que funcionan de manera similar a los alvéolos humanos.
«Las aves reciben oxígeno durante la inhalación y la exhalación, no como los mamíferos, que solo lo obtienen al inhalar», afirma Schachner.
Hace sesenta y cinco millones de años se extinguió el último dinosaurio no aviario. Igual que los gigantescos mosasaurios y plesiosaurios en los mares y los pterosaurios en los cielos. El plancton, la base de la cadena alimenticia del océano, se vio muy afectado. Muchas familias de braquiópodos y esponjas de mar desaparecieron. Los restantes ammonites de concha dura se esfumaron. Se redujo la gran diversidad de tiburones. Se marchitó la mayor parte de la vegetación. En resumen, se eliminó más de la mitad de las especies mundiales.
¿Qué causó esta masiva extinción que marca el final del Cretácico y el comienzo del Paleógeno? Los científicos todavía no han encontrado una respuesta. Quien lo consiga deberá explicar por qué murieron estos animales, mientras que la mayoría de los mamíferos, tortugas, cocodrilos, salamandras y ranas sobrevivieron. Las aves se libraron. Al igual que las serpientes, bivalvos y los erizos y estrellas de mar. Incluso las plantas resistentes capaces de soportar climas extremos les fue bien.
Los científicos suelen coincidir en torno a dos hipótesis que podrían explicar la extinción del Cretácico: un impacto extraterrestre, por ejemplo un asteroide o un cometa, o un período de gran actividad volcánica. Cualquiera de los dos escenarios habría ahogado los cielos con restos que privaron a la Tierra de la energía del sol, impidiendo la fotosíntesis y extendiendo la destrucción arriba y abajo de la cadena alimenticia. Una vez que se asentó el polvo, los gases de efecto invernadero bloqueados en la atmósfera habrían provocado que se disparara la temperatura, un repentino cambio climático acabó con mucho de la vida que logró sobrevivir a la prolongada oscuridad.
Así, en el reciente estudio realizado por la Universidad de Estados Unidos se escogió el Varanus exanthematicus, considerando que si este lagarto respira de forma similar a las aves modernas, es posible que esta característica evolucionara antes que los dinosaurios y pudiera darnos una idea de cómo vivían y respiraban éstos.
«De momento, el jurado sigue deliberando», bromea la investigadora Schachner. «Los pulmones del lagarto son muy distintos de los de las aves, por lo que no podemos saber, hasta que estudiemos otra especie, si la evolución del flujo unidireccional surgió en un ancestro común a aves, cocodrilos, lagartos y dinosaurios o si evolucionó de forma independiente».
Ahora, la investigadora norteamericana Emma Schachner ha añadido otra especie a la lista de los animales que pueden respirar en una sola dirección, los dinosaurios. «Descubrir la misma característica en un lagarto significa que no hay ninguna relación entre la respiración unidireccional y la sangre caliente», afirma.
En este sentido, cuando los humanos y otros mamíferos respiran, el aire circula por las mismas vías durante la inhalación y la exhalación. Al inhalar, el aire se introduce a través de la nariz y la boca y fluye por la tráquea, entonces se divide y llega a los bronquios. Ahí se sigue dividiendo, una y otra vez, hasta alcanzar los alveolos.
Cuando exhalamos, el aire restante hace el recorrido contrario, a través de los mismos conductos, hasta ser expulsado por la nariz y la boca. Por eso decimos que nuestro sistema respiratorio es bidireccional.
Las aves, sin embargo, tienen un sistema de un único sentido. El aire recorre la tráquea y luego se divide. La mitad se dirige a los sacos aéreos posteriores y la otra mitad a los anteriores. Estos sacos, estructuras que sólo tienen las aves, se contraen durante la exhalación y el aire de los anteriores se vacía directamente en la tráquea y es expulsado por las vías nasales. Los posteriores, sin embargo, se vacían en los pulmones.
Al fluir el aire fresco a través de los pulmones en una sola dirección, el intercambio de gases es más eficiente que en el caso de los mamíferos, y el oxígeno llega a la sangre gracias a los parabronquios, que funcionan de manera similar a los alvéolos humanos.
«Las aves reciben oxígeno durante la inhalación y la exhalación, no como los mamíferos, que solo lo obtienen al inhalar», afirma Schachner.
Hace sesenta y cinco millones de años se extinguió el último dinosaurio no aviario. Igual que los gigantescos mosasaurios y plesiosaurios en los mares y los pterosaurios en los cielos. El plancton, la base de la cadena alimenticia del océano, se vio muy afectado. Muchas familias de braquiópodos y esponjas de mar desaparecieron. Los restantes ammonites de concha dura se esfumaron. Se redujo la gran diversidad de tiburones. Se marchitó la mayor parte de la vegetación. En resumen, se eliminó más de la mitad de las especies mundiales.
¿Qué causó esta masiva extinción que marca el final del Cretácico y el comienzo del Paleógeno? Los científicos todavía no han encontrado una respuesta. Quien lo consiga deberá explicar por qué murieron estos animales, mientras que la mayoría de los mamíferos, tortugas, cocodrilos, salamandras y ranas sobrevivieron. Las aves se libraron. Al igual que las serpientes, bivalvos y los erizos y estrellas de mar. Incluso las plantas resistentes capaces de soportar climas extremos les fue bien.
Los científicos suelen coincidir en torno a dos hipótesis que podrían explicar la extinción del Cretácico: un impacto extraterrestre, por ejemplo un asteroide o un cometa, o un período de gran actividad volcánica. Cualquiera de los dos escenarios habría ahogado los cielos con restos que privaron a la Tierra de la energía del sol, impidiendo la fotosíntesis y extendiendo la destrucción arriba y abajo de la cadena alimenticia. Una vez que se asentó el polvo, los gases de efecto invernadero bloqueados en la atmósfera habrían provocado que se disparara la temperatura, un repentino cambio climático acabó con mucho de la vida que logró sobrevivir a la prolongada oscuridad.
Así, en el reciente estudio realizado por la Universidad de Estados Unidos se escogió el Varanus exanthematicus, considerando que si este lagarto respira de forma similar a las aves modernas, es posible que esta característica evolucionara antes que los dinosaurios y pudiera darnos una idea de cómo vivían y respiraban éstos.
«De momento, el jurado sigue deliberando», bromea la investigadora Schachner. «Los pulmones del lagarto son muy distintos de los de las aves, por lo que no podemos saber, hasta que estudiemos otra especie, si la evolución del flujo unidireccional surgió en un ancestro común a aves, cocodrilos, lagartos y dinosaurios o si evolucionó de forma independiente».
Fuentes: National Geographic, National Geogrephic.
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