El rover Curiosity de la NASA en Marte ha culminado su segundo año marciano de misión, y esto le ha permitido realizar la primera comparativa de datos meteorológicos estacionales en el planeta rojo.
Contar con datos de dos años marcianos completos ayuda a distinguir los efectos estacionales de eventos esporádicos. Por ejemplo, un gran pico en el metano en la atmósfera local durante el primer otoño del hemisferio sur en el cráter Gale no se repitió el segundo otoño. Fue una liberación episódica y sigue sin explicación.
Sin embargo, las mediciones del rover sugieren que cambios mucho más sutiles en la concentración de fondo de metano pueden seguir un patrón estacional. Las mediciones de la temperatura, la presión, la luz ultravioleta que llega a la superficie y el escaso vapor de agua en el aire en el cráter Gale muestran repetidos cambios fuertes de temporada, informa la NASA.
La observación de la atmósfera moderna de Marte, el tiempo y el clima cumple un objetivo de la misión Curiosity, para confrontar con las investigaciones sobre las condiciones del antiguo Marte hace miles de millones de años. En aquel entonces, el cráter Gale tenía lagos y aguas subterráneas que podrían haber sido buenos hábitats para los microbios. Hoy, aunque Marte es seco y mucho menos hospitalario, los factores ambientales siguen siendo dinámico.
El instrumento REMS (Rover Environmental Monitoring Station), suministrado por el Centro de Astrobiología de España, ha llegado a medir 15,9 grados Celsius en una tarde de verano, y -100 grados en una noche de invierno. Los patrones estacionales en la temperatura, vapor de agua y la presión que Curiosity ha medido en el cráter Gale se trazaron en estos gráficos:
Cada año marciano (el tiempo que tarda el planeta rojo en orbitar alrededor del Sol una vez) tiene una duración de 687 días terrestres. Curiosty aterrizó el 5 de agosto de 2012 y ha iniciado su tercer año de Marte el 11 de mayo. Cada sol marciano dura alrededor de 39,6 minutos más que un día terrestre, y un año marciano dura 668,6 soles.
Las mediciones de presión de aire de Curiosity confirman una fuerte tendencia estacional previamente vista por otras misiones. "Hay grandes cambios debido a la captura y liberación de dióxido de carbono en los casquetes polares", explicó Germán Martínez, investigador español de la misión en la Universidad de Michigan.
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