FALLO DE LAS CÉLULAS DE MICROGLÍA

Cuando una neurona muere, se vuelve tóxica, y tiene que ser retirada rápidamente  para que el cerebro pueda seguir funcionando adecuadamente. De esto se encargan unas células muy especializadas, las  microglía.

Estas microglía tienen muchas prolongaciones con las que se mueven continuamente por el cerebro a la caza de elementos extraños o dañinos guiadas por receptores, sensores capaces de captar la señal que envían las neuronas al morir. Cuando detectan esas señales, se dirigen hacia ellas y se deshacen de las células muertas mediante  fagocitosis.


Sin embargo, este proceso no funciona del todo bien  en cerebros enfermos . En el caso de los cerebros enfermos, a partir de muestras obtenidas de pacientes con epilepsia y de ratones epilépticos, los investigadores observaron que cuando se producía muerte celular, sólo se activaban algunas células de la microglía.

Esto provoca la acumulación de las neuronas muertas
lo que causa daños a las células nerviosas vecinas y eso, a su vez, dispara una respuesta inflamatoria que empeora el daño cerebral.

Este descubrimiento abre la puerta a nuevas terapias que puedan aliviar los efectos de las enfermedades cerebrales que causan muerte celular, desde la epilepsia, hasta el alzhéimer, el párkinson o el infarto.

Se trata de un cambio de paradigma: además de intentar prevenir en las enfermedades neurológicas la muerte celular, podemos acompañar esas terapias de otras que aceleren la recuperación.

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