El libro electrónico tomó forma en la mente de Ángela Ruiz Robles (1895-1975) mucho antes de que las grandes multinacionales comenzaran a desarrollarlo. La historia ha sido cruel con la maestra de León, pues le atribuyó todo el mérito del invento al estadounidense Michael Hart, impulsor de las bibliotecas virtuales gratuitas. Sin embargo, el verdadero predecesor de los «eBooks» fue creado en 1949 y tiene firma española: la enciclopedia electrónica.
El artefacto de doña Ángela, como se la conocía en su Villamanín natal, estaba destinado a «aliviar la enseñanza» para conseguir «todos los conocimientos con el mínimo esfuerzo». Su propósito era crear un dispositivo que eximiera a sus alumnos de las pesadas mochilas repletas de libros. Pese a todo, los materiales con los que se construyó la enciclopedia electrónica resultaron ser demasiado rústicos, por lo que se vio mermada su versatilidad y su ligereza.
El mecanismo de este antecesor del libro eléctrico era sencillo e innovador. El temario de las asignaturas estaba enrollado en unas bobinas que los alumnos podían mover con los dedos. En la parte posterior, un bloque con las letras del abecedario y números les permitía crear palabras y realizar operaciones matemáticas. De esta forma, los estudiantes podían repasar la gramática española y los cálculos numéricos a la vez que aprendían otros idiomas, como el francés y el inglés. Además, la enciclopedia incorporaba luz y sonido, y estaba preparada para poder leerse de forma vertical y horizontal.
Pese a que la aportación de Ángela Ruiz Robles al mundo de la cultura se diluyó en el extranjero, el Estado español sí reconoció su trabajo en varias ocasiones. Entre otras condecoraciones, obtuvo la Cruz de Alfonso X El Sabio a su Profesionalidad y la medalla de Ginebra a los inventores españoles.
El mecanismo de este antecesor del libro eléctrico era sencillo e innovador. El temario de las asignaturas estaba enrollado en unas bobinas que los alumnos podían mover con los dedos. En la parte posterior, un bloque con las letras del abecedario y números les permitía crear palabras y realizar operaciones matemáticas. De esta forma, los estudiantes podían repasar la gramática española y los cálculos numéricos a la vez que aprendían otros idiomas, como el francés y el inglés. Además, la enciclopedia incorporaba luz y sonido, y estaba preparada para poder leerse de forma vertical y horizontal.
Pese a que la aportación de Ángela Ruiz Robles al mundo de la cultura se diluyó en el extranjero, el Estado español sí reconoció su trabajo en varias ocasiones. Entre otras condecoraciones, obtuvo la Cruz de Alfonso X El Sabio a su Profesionalidad y la medalla de Ginebra a los inventores españoles.
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