Desde hace tiempo se sabe que hay animales, como los delfines, que descansan desconectando alternativamente cada lado de su cerebro: primero duerme el hemisferio derecho, mientras el izquierdo toma las riendas, y luego a la inversa. Así ha llegado a estar activo un delfín más de 15 días, mientras se mantenía fresco y sin deterioro intelectual a pesar de no dormirse del todo en ningún momento.
Algo así estaría ocurriendo en el cerebro de los humanos cuando dormimos fuera de casa: un hemisferio permanecería alerta sin dormirse por completo, para vigilar ante posibles peligros que pudieran acechar en un entorno extraño. Esto explicaría, según los autores de esta investigación, que nos despertemos groguis tras pasar la noche en un hotel o en casa de un familiar.
"Las personas muestran en uno de los hemisferios del cerebro un estado medio dormido, medio despierto. Y este estado puede funcionar como vigilante nocturno para controlar lugares poco familiares", explica la investigadora Masako Tamaki, de la Universidad de Brown, que publica este estudio en Current Biology.
Durante esta investigación se monitorizó la actividad cerebral de ambos hemisferios con diversas técnicas avanzadas de neuroimagen a sujetos que pasaban varias noches en el laboratorio. Se comparaba la actividad cerebral entre los hemisferios y también la de la primera noche con las siguientes. El resultado fue revelador: durante el sueño profundo, el hemisferio izquierdo no estaba apagado del todo. Pero es un fenómeno que se daba únicamente la primera noche: a partir de entonces, el cerebro de los sujetos que pernoctaban en el laboratorio se dormía normalmente.
Esta capacidad del hemisferio izquierdo para permanecer alerta parece una estrategia evolutiva: hubo un tiempo en que dormirse por completo en un entorno desconocido podía suponer graves peligros. Amenazas que ya no se esperan en un hotel o en el sofá-cama de un amigo. El efecto de este sexto sentido nocturno podría atenuarse viajando con la almohada propia, según sugieren estos científicos.
"El efecto de la primera noche es muy conocido, pero es la primera vez que se documentan estas asimetrías tan concretas en las redes neuronales del cerebro", asegura Marian Martínez, especialista de la Sociedad Española de Sueño. Martínez, que no ha participado en el estudio, cree que sus resultados vuelven a demostrar que el sueño no es un proceso pasivo, a pesar de que la muestra de sujetos no es muy grande (35 jóvenes sanos).
Algo así estaría ocurriendo en el cerebro de los humanos cuando dormimos fuera de casa: un hemisferio permanecería alerta sin dormirse por completo, para vigilar ante posibles peligros que pudieran acechar en un entorno extraño. Esto explicaría, según los autores de esta investigación, que nos despertemos groguis tras pasar la noche en un hotel o en casa de un familiar.
Durante esta investigación se monitorizó la actividad cerebral de ambos hemisferios con diversas técnicas avanzadas de neuroimagen a sujetos que pasaban varias noches en el laboratorio. Se comparaba la actividad cerebral entre los hemisferios y también la de la primera noche con las siguientes. El resultado fue revelador: durante el sueño profundo, el hemisferio izquierdo no estaba apagado del todo. Pero es un fenómeno que se daba únicamente la primera noche: a partir de entonces, el cerebro de los sujetos que pernoctaban en el laboratorio se dormía normalmente.
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