En lugar de esconderse en reservorios, se mueven, y muy rápido por toda la médula ósea y establecen interacciones que les ayudan a evitar la acción de los tratamientos. La leucemia es un tipo de cáncer en el que las células madre hematopoyéticas –esto es, las células madre que finalmente se diferenciarán en una célula sanguínea, como un glóbulo rojo– que se encuentran en la médula ósea dan lugar a un número anormalmente elevado de glóbulos blancos.
Un tipo de cáncer que, dada su elevada tasa de recurrencia –es decir, que aunque se ‘cure’ inicialmente con los tratamientos, vuelve a aparecer–, se asocia a una elevada mortalidad.
Un tipo de cáncer que, dada su elevada tasa de recurrencia –es decir, que aunque se ‘cure’ inicialmente con los tratamientos, vuelve a aparecer–, se asocia a una elevada mortalidad.
Y es que según han mostrado distintas investigaciones, las células madre cancerígenas se ‘ocultan’ en la médula ósea creando nichos o reservorios a los que no pueden acceder los fármacos. Y una vez concluido el tratamiento, salen de sus escondites y se reproducen. Sin embargo, un estudio dirigido por investigadores del Colegio Imperial de Londres (Reino Unido) muestra que, quizás, esto no ocurra así, lo que supondría que desarrollar tratamientos dirigidos para erradicar estos reservorios podría no ser tan eficaz como se pensaba.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Nature», muestra que las células de la leucemia no crean reservorios y se sientan a esperar, sino que mueven muy rápido por toda la médula ósea tanto antes como después de la administración del tratamiento.
Como explica Cristina Lo Celso, directora de esta investigación, «esperábamos que las células que sobreviven a los tratamientos se ocultaran y permanecieran inactivas en los nichos, pero lo que hemos visto es que son muy activas a través de toda la médula ósea. Así, ahora sabemos que dirigir los tratamientos hacia estos nichos podría ser inefectivo para combatir la leucemia resistente».
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Nature», muestra que las células de la leucemia no crean reservorios y se sientan a esperar, sino que mueven muy rápido por toda la médula ósea tanto antes como después de la administración del tratamiento.
Como explica Cristina Lo Celso, directora de esta investigación, «esperábamos que las células que sobreviven a los tratamientos se ocultaran y permanecieran inactivas en los nichos, pero lo que hemos visto es que son muy activas a través de toda la médula ósea. Así, ahora sabemos que dirigir los tratamientos hacia estos nichos podría ser inefectivo para combatir la leucemia resistente».
Gran movilidad
Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon una técnica denominada ‘microscopía intravital’, tipo de microscopía de alta resolución que permite observar lo que sucede a nivel celular en los organismos vivos. Y asimismo, utilizaron un modelo animal –ratones– de leucemia linfoide aguda para observar el comportamiento de las células cancerígenas antes y después de haber administrado el tratamiento.
Los resultados mostraron que, contrariamente a lo que cabría esperar, las células madre de la leucemia no permanecían inmóviles, sino que corrían, y mucho, a lo largo de la médula ósea. De hecho, las células supervivientes se movían aún más rápido una vez concluido el tratamiento.
Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon una técnica denominada ‘microscopía intravital’, tipo de microscopía de alta resolución que permite observar lo que sucede a nivel celular en los organismos vivos. Y asimismo, utilizaron un modelo animal –ratones– de leucemia linfoide aguda para observar el comportamiento de las células cancerígenas antes y después de haber administrado el tratamiento.
Los resultados mostraron que, contrariamente a lo que cabría esperar, las células madre de la leucemia no permanecían inmóviles, sino que corrían, y mucho, a lo largo de la médula ósea. De hecho, las células supervivientes se movían aún más rápido una vez concluido el tratamiento.
Pero, ¿por qué corren? Pues según sugieren los investigadores, «el acto de moverse podría ayudar a estas células a sobrevivir, posiblemente porque establecen interacciones fugaces entre sí». Y este ‘hábito atlético’ de las células de la leucemia observado en ratones, ¿también tiene lugar en los seres humanos? Pues sí, dado que los autores constataron el mismo comportamiento celular en las muestras obtenidas en pacientes con la enfermedad.
Como refiere Cristina Lo Celso, «ahora que ya sabemos que las células no se ocultan, podremos explorar por qué se comportan así y cómo esta movilidad les ayuda en su supervivencia. Y en último término, queremos hallar cómo podemos detener este movimiento y ver si esto ayudaría a matar las células resistentes».
Como refiere Cristina Lo Celso, «ahora que ya sabemos que las células no se ocultan, podremos explorar por qué se comportan así y cómo esta movilidad les ayuda en su supervivencia. Y en último término, queremos hallar cómo podemos detener este movimiento y ver si esto ayudaría a matar las células resistentes».
Mucho por hacer
Es más; el estudio también reveló que, además de ‘correr’, las células de la leucemia también atacan ferozmente a las células óseas, igualmente implicadas en la producción de la sangre. Un hallazgo que, en opinión de los autores, podría ayudar al desarrollo de tratamientos que posibiliten salvaguardar la producción de sangre sana en los pacientes con leucemia.
Como apunta Delfim Duarte, co-autor del estudio, «nuestro trabajo apoya la idea de que, cuando menos en el caso de la leucemia, las nuevas terapias deberían centrarse en las células cancerígenas en lugar de en la matriz extracelular sana circundante para lograr una erradicación más efectiva de la enfermedad».
No en vano, como indica Edwin Hawkins, «nuestros resultados sugieren que proteger la matriz de células óseas del ataque de las células de la leucemia puede tener grandes implicaciones para la producción de células sanguíneas sanas. Y mantener un alto nivel de estas células sanguíneas prevendría la anemia, las infecciones y las hemorragias».
Sea como fuere, concluye Cristina Lo Celso, «esta investigación está dando aún sus primeros pasos, pero creemos que ya hemos adquirido unos conocimientos valiosos para abrir nuevas vías de desarrollo a nuevos y más efectivos tratamientos frente a la leucemia».
Es más; el estudio también reveló que, además de ‘correr’, las células de la leucemia también atacan ferozmente a las células óseas, igualmente implicadas en la producción de la sangre. Un hallazgo que, en opinión de los autores, podría ayudar al desarrollo de tratamientos que posibiliten salvaguardar la producción de sangre sana en los pacientes con leucemia.
Como apunta Delfim Duarte, co-autor del estudio, «nuestro trabajo apoya la idea de que, cuando menos en el caso de la leucemia, las nuevas terapias deberían centrarse en las células cancerígenas en lugar de en la matriz extracelular sana circundante para lograr una erradicación más efectiva de la enfermedad».
No en vano, como indica Edwin Hawkins, «nuestros resultados sugieren que proteger la matriz de células óseas del ataque de las células de la leucemia puede tener grandes implicaciones para la producción de células sanguíneas sanas. Y mantener un alto nivel de estas células sanguíneas prevendría la anemia, las infecciones y las hemorragias».
Sea como fuere, concluye Cristina Lo Celso, «esta investigación está dando aún sus primeros pasos, pero creemos que ya hemos adquirido unos conocimientos valiosos para abrir nuevas vías de desarrollo a nuevos y más efectivos tratamientos frente a la leucemia».
FUENTE: ABC
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