La universidades de Florida y Alacalá de Henares han confirmado que es un género nuevo que sólo tiene similitudes con un hongo australiano. El Luteoamylascus Aculeatus crece bajo tierra, tienen forma de bola de apenas uno o dos centímetros, tiene color amarillento y pelos microscópicos. Fue encontrado por un truficultor zamorano y su perra buscadora de trufas.
El lugar marcado en un bosque de la comarca zamorana de Sanabria por un perro adiestrado para la búsqueda de trufas, no escondía bajo tierra el preciado 'oro negro' de la gastronomía sino otro pequeño hongo hipogeo (subterráneo) que, una vez analizado su ADN, correspondía a un nuevo género desconocido hasta entonces.
El lugar marcado en un bosque de la comarca zamorana de Sanabria por un perro adiestrado para la búsqueda de trufas, no escondía bajo tierra el preciado 'oro negro' de la gastronomía sino otro pequeño hongo hipogeo (subterráneo) que, una vez analizado su ADN, correspondía a un nuevo género desconocido hasta entonces.
El hallazgo del truficultor zamorano Julio Cabero ha requerido un exhaustivo estudio en el que han participado expertos de las universidades de Florida (Estados Unidos) y de Alcalá de Henares, y un laboratorio de análisis de ADN cántabro para certificar ante la comunidad científica la existencia de este nuevo hongo.
El estudio se ha prolongado durante un año y medio y ha concluido con la publicación en la revista científica Mycological Progress de un artículo que detalla las características de un nuevo género de hongo hipogeo, el de los Luteoamylascus Aculeatus.
Sus parientes más cercanos se encuentran en los australianos Amylascus Tasmanicus y Amylascus Herbertianus, aunque en este caso la nueva rama de hongos bajo tierra se ha encontrado casi en las antípodas, en dos bosques del noroeste de Zamora, primero en Quintana de Sanabria y luego en Ilanes.
El autor del hallazgo, el toresano Julio Cabero, que esta tarde presenta el descubrimiento en el Congreso Zamora Micológica, ha explicado que los hongos Luteoamylascus Aculeatus tienen forma de bola esférica de apenas uno y medio o dos centímetros de diámetro, de color amarillento y con pelos microscópicos.
Aunque a diferencia de las trufas no son comestibles, comparten con ellas su evolución que les ha llevado a desarrollarse únicamente bajo tierra, lo que hace que su localización solo pueda determinarse a través de perros entrenados que con su olfato descubren el lugar concreto en el que crecen. En este caso fue Nora, una hembra de perro de aguas español de siete años, la que marcó a este truficultor el punto concreto en el que debía excavar.
Enseguida sospechó que se trataba de algo inusual, quizá una nueva especie como las otras seis que ya había descubierto en los quince años que lleva como aficionado a la búsqueda de hongos bajo tierra, pero lo que no sospechó es que fuera a tratarse de todo un nuevo género.
Al llegar a casa, analizarlo en el microscopio y aplicar un reactivo químico como el Melzer, Cabero descubrió que el hongo contenía un saco microscópico con ocho esporas amiloides, algo que ya de por sí constituía una rareza.
Luego vino el trabajo de los científicos para apuntalar el descubrimiento. El laboratorio de apoyo molecular del biólogo Pablo Alvarado se encargó desde Santander de determinar el ADN de esta nueva familia de hipogeos.
La investigadora de la Universidad de Florida Rosanne Healy comprobó en los bancos de datos de la taxonomía de los hongos que se trataba de un género único, y el catedrático de Botánica de la Universidad de Alcalá de Henares Gabriel Moreno realizó el análisis en microscopio electrónico de la nueva especie.
Todos ellos han firmado el artículo científico que da la bienvenida al nuevo género de hongo hipogeo Luteoamylascus Aculeatus. Este descubrimiento constata la riqueza micológica de Zamora, donde actualmente se elabora un catálogo de las cerca de mil quinientas especies de hongos documentadas en esta provincia y donde se concentran más de la mitad de las empresas comercializadoras de setas de Castilla y León.
FUENTE: 20 minutos
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