"El cáncer es una palabra pero abarca muchas entidades diferentes y para cada una de ellas vamos a intentar encontrar un tratamiento específico". La revista Nature se hace eco este mes de los avances en los tratamientos contra el cáncer de varios equipos estadounidenses que consiguen neutralizar solo las células infectadas y logran, empleando los medicamentos tradicionales, aumentar su eficacia y disminuir los efectos adversos que el grado de toxicidad de estas drogas provoca en los enfermos de cáncer.
"Son tratamientos enfocados a resolver un problema que es clásico en la quimioterapia: reducir los efectos secundarios. Eso lo consiguen dirigiendo selectivamente tratamientos clásicos pero solo hacia las células tumorales", apunta Fernando Domínguez Puente, director del grupo de investigación oncológica del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago.
En el caso de las investigaciones americanas, ya en fases clínicas avanzadas, lo hacen utilizando anticuerpos -que pueden ser diseñados para una persona en concreto o servir para varias que tienen un tumor de características similares-. Tienen que encontrar una proteína, normalmente situada en la membrana de la célula tumoral, que no esté en otra célula sana, para dirigir allí los anticuerpos.
"Se busca que el tratamiento -que es muy lesivo- solo entre en la célula afectada, y quien te abre la puerta es el anticuerpo detalla el doctor Domínguez, quien destaca que la complejidad añadida con el cáncer es que un tumor nunca es exactamente el mismo en dos pacientes y que, además, puede modificarse en una misma persona durante el tratamiento ocasionando un cambio de abordaje para intentar que siga funcionando.
Por la enorme variabilidad que expresan las células con cáncer, es importante que el médico tenga un abanico de tratamientos amplio. Las terapias con anticuerpos ya se están empleando para tratar tumores de mama porque estos cánceres cuentan con una proteína diferenciada a la que se pueden dirigir, evitando que las sustancias altamente tóxicas que llevan estos anticuerpos afecten a las células sanas. Pero todos los tumores son susceptibles de ser tratados con esta técnica si se encuentra la forma de llegar a ellos.
En el grupo de investigación dirigido por Domínguez trabajan en otro abordaje de las células tumorales. En este caso, han localizado una sustancia que incrementa selectivamente el acceso que tienen las drogas que se unen al ADN en las células tumorales frente a las sanas. El objetivo es el mismo: incrementar la eficacia.
Los nucleosomas del ADN son una especie de muralla que impiden que las drogas interactúen con él. Esta investigación consigue retrasar la formación de estos nucleosomas a través de los clústeres atómicos que agregan a las células tumorales. Y ese retraso es el que les aporta el tiempo necesario para incrementar la cantidad de medicamento que se une al ADN.
En principio, esta investigación valdría para cualquier clase de cáncer, pero apuntan a que funcionará mejor con los tumores que son más activos, los que se reproducen más rápido.
Pero una cosa es la investigación, donde Estados Unidos lleva la delantera por el nivel de inversión, y otra los protocolos clínicos que se aplican a los pacientes. Ahora mismo, como enfatiza Domínguez, un paciente con cáncer recibe la misma calidad asistencial aquí que en Washington. "El tratamiento ordinario de los pacientes oncológicos en España está al primer nivel", afirma.
"Tenemos que insistir en que acciones externas como dejar de fumar y mantener un estilo de vida saludable ayudan a reducir el riesgo de incidencia del cáncer. El tratamiento es la última opción, lo ideal sería que lo pudiésemos prevenir. Hay mucha gente trabajando en el desarrollo de vacunas y funcionan en muchos casos -como en el virus del papiloma humano- cuando es un tumor de origen viral", concluye el doctor.
FUENTES: LA OPINIÓN
"Son tratamientos enfocados a resolver un problema que es clásico en la quimioterapia: reducir los efectos secundarios. Eso lo consiguen dirigiendo selectivamente tratamientos clásicos pero solo hacia las células tumorales", apunta Fernando Domínguez Puente, director del grupo de investigación oncológica del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago.
En el caso de las investigaciones americanas, ya en fases clínicas avanzadas, lo hacen utilizando anticuerpos -que pueden ser diseñados para una persona en concreto o servir para varias que tienen un tumor de características similares-. Tienen que encontrar una proteína, normalmente situada en la membrana de la célula tumoral, que no esté en otra célula sana, para dirigir allí los anticuerpos.
"Se busca que el tratamiento -que es muy lesivo- solo entre en la célula afectada, y quien te abre la puerta es el anticuerpo detalla el doctor Domínguez, quien destaca que la complejidad añadida con el cáncer es que un tumor nunca es exactamente el mismo en dos pacientes y que, además, puede modificarse en una misma persona durante el tratamiento ocasionando un cambio de abordaje para intentar que siga funcionando.
Por la enorme variabilidad que expresan las células con cáncer, es importante que el médico tenga un abanico de tratamientos amplio. Las terapias con anticuerpos ya se están empleando para tratar tumores de mama porque estos cánceres cuentan con una proteína diferenciada a la que se pueden dirigir, evitando que las sustancias altamente tóxicas que llevan estos anticuerpos afecten a las células sanas. Pero todos los tumores son susceptibles de ser tratados con esta técnica si se encuentra la forma de llegar a ellos.
En el grupo de investigación dirigido por Domínguez trabajan en otro abordaje de las células tumorales. En este caso, han localizado una sustancia que incrementa selectivamente el acceso que tienen las drogas que se unen al ADN en las células tumorales frente a las sanas. El objetivo es el mismo: incrementar la eficacia.
Los nucleosomas del ADN son una especie de muralla que impiden que las drogas interactúen con él. Esta investigación consigue retrasar la formación de estos nucleosomas a través de los clústeres atómicos que agregan a las células tumorales. Y ese retraso es el que les aporta el tiempo necesario para incrementar la cantidad de medicamento que se une al ADN.
En principio, esta investigación valdría para cualquier clase de cáncer, pero apuntan a que funcionará mejor con los tumores que son más activos, los que se reproducen más rápido.
Pero una cosa es la investigación, donde Estados Unidos lleva la delantera por el nivel de inversión, y otra los protocolos clínicos que se aplican a los pacientes. Ahora mismo, como enfatiza Domínguez, un paciente con cáncer recibe la misma calidad asistencial aquí que en Washington. "El tratamiento ordinario de los pacientes oncológicos en España está al primer nivel", afirma.
"Tenemos que insistir en que acciones externas como dejar de fumar y mantener un estilo de vida saludable ayudan a reducir el riesgo de incidencia del cáncer. El tratamiento es la última opción, lo ideal sería que lo pudiésemos prevenir. Hay mucha gente trabajando en el desarrollo de vacunas y funcionan en muchos casos -como en el virus del papiloma humano- cuando es un tumor de origen viral", concluye el doctor.
FUENTES: LA OPINIÓN
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