
“Mediante el análisis de ADN podemos conocer nuestra predisposición ante ciertos comportamientos alimenticios, lo que nos permitirá saber qué alimentos nos ayudan a adelgazar, cuáles nos engordan, los que mantienen nuestra salud o con los que podemos prevenir lesiones”, indica la Dra. Lina Robles, Jefa del Servicio de Nutrición del Hospital Sanitas la Zarzuela.
Personalizar la nutrición a través de un análisis del ADN es una de las tendencias más poderosas de la industria dietética. Comprender cómo cierto tipo de dieta se relaciona con según qué organismos es la base sobre la desarrolla la nueva nutrición.
“Nuestro cuerpo es un sistema complejo influenciado por lo que comes. Por ello, a nivel biológico, no hay dos personas que respondan de la misma forma a la misma comida”, afirman desde Habit, una compañía estadounidense de nutrición personalizada que ofrece menús basados en el perfil genético de cada usuario.
El primer paso para conocer lo que mejor se ajusta a nuestro cuerpo es realizar un test genético. “Estos tests determinan las intolerancias a ciertos alimentos, las respuestas desfavorables del organismo y el riesgo genético ante cualquier patología. Suelen determinar qué vitaminas se necesitan”, señala Lina.
Actualmente, cuando se quiere perder peso, los dietéticos suelen reducir la ingesta de calorías. Sin embargo, una investigación realizada por el Instituto de Ciencia Weizmann indica que una de las principales causas por las que las dietas fallan es porque la misma comida a una persona puede aportarle más calorías reales que a otra o elevar sus niveles de glucosa.

Para ello es esencial conocer el fenotipo, “es la expresión observable de los genes. Describe cómo la genética y los elementos externos (la comida, por ejemplo) afectan a la biología del cuerpo”, cuentan desde Habit. Esta información se obtiene relacionando los biomarcadores con aspectos como el peso, la edad, los niveles de actividad o la medida de la cintura.
Tras realizar un análisis del genoma relacionado con la comida, el próximo paso es llevarlos a la práctica. “Se elabora un informe dónde se indican los alimentos que, según nuestros genes, se deben comer o evitar. Lo más frecuente es un listado de ingredientes prohibidos, limitados (de consumo ocasional) y de consumo libre”, dice la doctora.
A partir de ahí, se aconseja que un nutricionista especializado elabore una dieta personalizada. “La genética no cambia con los años. Los genes van a ser siempre iguales, por tanto, esto no tiene modificación ninguna. El tratamiento sería hacer un plan adaptado a los resultados y mantenerlo para conseguir un estado de salud óptimo”, añade Robles.
FUENTE: LA VANGUARDIA
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Te rogamos que seas preciso y educado en tus comentarios.