En una investigación internacional, se están utilizando nuevos
modelos digitales y evidencias procedentes de meteoritos para mostrar
que una supernova de baja masa desencadenó la formación de nuestro
sistema solar.
Hace unos 4.600 millones de años, una nube de gas y polvo experimentó una perturbación, generada por una influencia exterior, que condujo al colapso gravitatorio de dicha nube.
El colapso provocó la creación de una protoestrella, que se convertiría en el Sol, y que poseía un disco a su alrededor, donde se formaron los planetas.
Una supernova (una estrella estallando con tanta violencia que deja de existir como tal) habría tenido suficiente energía para inducir el colapso de tal nube de gas. El proceso tiene similitudes con el de la onda de choque de una explosión arrojando objetos contra un muro.
El equipo de Yong-Zhong Qian, de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos, y Alexander Heger, de la Universidad Monash en Australia, decidió centrarse en unos núcleos atómicos radiactivos de corta vida, que solo estuvieron presentes en nuestro sistema solar de manera natural durante la infancia de este.
La imagen que encontramos encabazando la noticia es un modelo generado por supercomputadora de una supernova de baja masa. (Imagen: Bernhard Mueller, MNRAS 453, 287-310 (2015))
Debido a sus cortas vidas, estos núcleos solo podrían haber procedido de la supernova que desencadenó el proceso. Sus abundancias en el sistema solar temprano se han inferido a partir de sus productos de desintegración característicos, hallados en meteoritos. Como restos de la formación del sistema solar, los meteoritos son comparables a los ladrillos y el mortero sobrantes de una obra. Nos dicen cuáles fueron los materiales originales de construcción del sistema solar (y, en particular, qué núcleos de corta vida proporcionó la supernova desencadenante), antes de que comenzase la evolución geoquímica de cada mundo y se perdieran muchos de los vestigios sobre su composición inicial.
Las "huellas" encontradas en el nuevo estudio señalan claramente a una supernova de baja masa como el objeto detonante del colapso de la nube.
Además de explicar la abundancia de berilio-10, este modelo de la supernova de baja masa también explica la presencia de los núcleos de corta vida calcio-41, paladio-107 y algunos otros encontrados en meteoritos.
Funete: NCYT
Hace unos 4.600 millones de años, una nube de gas y polvo experimentó una perturbación, generada por una influencia exterior, que condujo al colapso gravitatorio de dicha nube.
El colapso provocó la creación de una protoestrella, que se convertiría en el Sol, y que poseía un disco a su alrededor, donde se formaron los planetas.
Una supernova (una estrella estallando con tanta violencia que deja de existir como tal) habría tenido suficiente energía para inducir el colapso de tal nube de gas. El proceso tiene similitudes con el de la onda de choque de una explosión arrojando objetos contra un muro.
El equipo de Yong-Zhong Qian, de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos, y Alexander Heger, de la Universidad Monash en Australia, decidió centrarse en unos núcleos atómicos radiactivos de corta vida, que solo estuvieron presentes en nuestro sistema solar de manera natural durante la infancia de este.
La imagen que encontramos encabazando la noticia es un modelo generado por supercomputadora de una supernova de baja masa. (Imagen: Bernhard Mueller, MNRAS 453, 287-310 (2015))
Debido a sus cortas vidas, estos núcleos solo podrían haber procedido de la supernova que desencadenó el proceso. Sus abundancias en el sistema solar temprano se han inferido a partir de sus productos de desintegración característicos, hallados en meteoritos. Como restos de la formación del sistema solar, los meteoritos son comparables a los ladrillos y el mortero sobrantes de una obra. Nos dicen cuáles fueron los materiales originales de construcción del sistema solar (y, en particular, qué núcleos de corta vida proporcionó la supernova desencadenante), antes de que comenzase la evolución geoquímica de cada mundo y se perdieran muchos de los vestigios sobre su composición inicial.
Las "huellas" encontradas en el nuevo estudio señalan claramente a una supernova de baja masa como el objeto detonante del colapso de la nube.
Además de explicar la abundancia de berilio-10, este modelo de la supernova de baja masa también explica la presencia de los núcleos de corta vida calcio-41, paladio-107 y algunos otros encontrados en meteoritos.
Funete: NCYT
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