BACTERIAS EN CREMAS

¿Sabías que cada centímetro de nuestra piel contiene casi un millón de bacterias? A este grupo de miles de especies diferentes de microorganismos, que colonizan no solo nuestra piel, sino también otras partes del cuerpo como el intestino o los pulmones, se le conoce como microbioma. Muchos de estos organismos microscópicos están con nosotros desde el nacimiento hasta la muerte e influyen en nuestro crecimiento y desarrollo. “Su existencia y su actividad modifican el curso de enfermedades, afectan a nuestra inmunidad, influyen en el metabolismo y modulan la interacción de nuestro cuerpo con los medicamentos”, explica María José Alonso, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

El microbioma participa activamente en la doble función protectora de la piel, como barrera física e inmunológica. Sin embargo, el mal uso de antibióticos, las radiaciones ultravioletas, los lavados frecuentes, los cosméticos, productos de higiene, maquillajes, cremas hidratantes y algunos tratamientos antiinflamatorios que utilizan los dermatólogos para tratar la dermatitis atópica pueden influir en la composición del microbioma. Y “cuando este equilibrio se rompe, aparecen enfermedades inflamatorias, infecciones, alergias o enfermedades autoinmunes”, señala Alonso. Por ejemplo, psoriasis, acné, rosácea y dermatitis atópica.

Estos factores ambientales que destruyen esta colonia de microorganismos suponen un desafío para la industria cosmética. Por eso, algunas de las firmas más conocidas ya han lanzado cremas prebióticas, es decir, que en su composición incorporan extractos de bacterias muertas (liofilizadas), las cuales ayudan al modulado de la microbiota. Entre ellas, Superstart Skin Renewal Booster de Elizabeth Arden (59 euros), Beta Moisture de Medik8 (51 euros), Skin Fitness de Perris (65 euros), Lipikar Baume AP+ de Roche Posay (23,25 euros), Neo de Bioxán (78 euros) y Biological Fermento Panacea de Suiskin (43 euros).

Junto a las grandes empresas, también han nacido firmas de belleza que venden fórmulas específicas para el cuidado del microbioma con prebióticos. Uno de los referentes es Gallinée, que el año pasado lanzó una gama de productos llamada La Culture. Utiliza tres tipos de bacterias, que se desactivan y se mezclan en el producto, y sirven para estimular, calmar y nutrir la piel y el microbioma.

De forma paralela también se está desarrollando una nueva generación de cremas con probióticos o, lo que es lo mismo, con bacterias vivas. “Los probióticos son cultivos vivos de bacterias que, cuando se aplican tópicamente, influyen en la composición de la microflora de la piel”, explica Alonso. Mantenerlos con vida supone todo un reto para la industria, aunque algunas compañías como S-Biomedic ya han superado esa barrera y trabajan en una loción para tratar la piel afectada por acné. En este caso las bacterias viven en la piel y modifican y reconstruyen el microbioma.

Esse Probiotic Serum
Organic Skincare, una empresa sudafricana, también investiga en una tecnología que estabilice los microorganismos vivos en cosméticos y espera lanzar el producto a mediados de este año. Ahora, presume de ser la primera en comercializar un suero, Esse Probiotic Serum, que contiene microorganismos vivos que han sido inactivados por liofilización y estabilizados por encapsulación. Al entrar en contacto con la humedad de la piel, estas bacterias probióticas se activan.

AOBiome es otra de las compañías pioneras en los cosméticos respetuosos con el microbioma. Uno de sus productos de la línea Mother Dirt contiene bacterias vivas que se comen el amoniaco y la urea de nuestra tez, es decir, luchan contra las bacterias causantes del mal olor. Esto ayuda a restaurar el equilibrio de la piel de una manera suave y natural, a la vez que combate el sudor.


Mother Dirt
Sin embargo, los 'bichitos' introducidos en este spray llamado AO+ Mist no provienen del microbioma de nuestra piel, sino de la naturaleza, concretamente del suelo (nitrificantes). Al ser un cosmético probiótico, se debe mantener refrigerado y su fecha de caducidad es de seis meses conservado en la nevera o de cuatro semanas a temperatura ambiente. Recomiendan aplicarlo en la cara, el cuero cabelludo, las axilas, la ingle, las manos y los pies dos veces al día. No te evita la ducha ni el jabón, pero reduce el uso del desodorante y, sobre todo, no daña el microbioma.

Esto es solo el principio de una revolución en los cosméticos. Comenzar a considerar la piel como un ecosistema de vida redefinirá la cosmética natural. Alimentar el microbioma para darle a la piel lo que necesita es el futuro.

Fuente: VANINATIS

Comentarios