"Fue sorprendente descubrir que las cifras eran tan altas, porque sugieren que estamos llegando a un punto de no retorno o que tal vez ya estamos ahí", lamenta Alejando Estrada, un primatólogo mexicano que lleva 35 años estudiando a los primates de América en su entorno. Las cifras a las que se refiere son espeluznantes: el 60% de los primates están amenazados de extinción.
Desde los gigantescos gorilas de montaña de 200 kilos hasta los diminutos lémures ratón de 30 gramos, los primates van camino de desaparecer para siempre en la naturaleza por culpa de la presión que ejercen los humanos con la agricultura, la caza, la explotación maderera, la minería... "Viendo el reducido tamaño de las poblaciones y la intensidad de las amenazas, pronto podríamos vivir una cascada de extinciones. ¡No nos lo podemos permitir!", alerta Estrada.
Desde los gigantescos gorilas de montaña hasta los diminutos lémures ratón, el 60% de los primates están amenazados de extinción.
Un primate, el humano, parece decidido a extinguir a sus parientes más cercanos en una batalla sin cuartel en la que las fuerzas están completamente desequilibradas: en apenas 50 años habrán desaparecido tres de cada cuatro especies de primates, 378 de las 504 registradas. Lo acabamos de saber gracias a un macroestudio coliderado por Estrada en el que han participado otros treinta especialistas, publicado en Science Advances. "Estamos realmente muy preocupados y nuestro artículo es un llamado a una acción global para la comunidad científica en general y para el público y los políticos para evitar esto", defiende el primatólogo mexicano.
El estudio es muy rico en datos e información para conocer en detalle cómo se está produciendo este exterminio. En Asia, el 73% de los primates está amenazado, cifra que sube en Madagascar, el reino de los lémures, hasta el 87%. El orangután de Sumatra ha perdido el 60% de su hábitat en apenas dos décadas, y se espera que pierda hasta un 30% en las próximas décadas por culpa de las talas (generalmente para la producción de aceite de palma) y del cambio climático.
Entre 1990 y 2010, las prácticas agrícolas han consumido 1,5 millones de kilómetros cuadrados en sus hábitats, tres veces la superficie total de España.
Los investigadores han sido muy exhaustivos en su descripción de las amenazas que diezman a nuestros parientes. Aunque hay diferencias importantes entre regiones, la agricultura destaca como el principal problema, ya que ha devorado el 76% de los hábitats en los que viven monos, simios, lémures y demás. Entre 1990 y 2010, las prácticas agrícolas han consumido 1,5 millones de kilómetros cuadrados en esos hábitats, tres veces la superficie total de España, y se han perdido dos millones de kilómetros cuadrados de cubierta forestal. Pero lo peor es lo que está por venir: la expansión futura de los cultivos comprende dos tercios del área que habitan estos mamíferos. "Esto provocará un conflicto territorial sin precedentes con el 75% de las especies de primates en todo el mundo", concluye el artículo.
Las prácticas agrícolas no actúan solas. La caza supone el 60% de las pérdidas directas de estos animales, con un problema emergente: el de las capturas de primates para consumo humano. Se calcula que en Nigeria y Camerún comercian anualmente con unos 150.000 primates en el mercado de carne para comer. Además, la tala de árboles afecta al 60% de los hábitats y la ganadería al 31%. Y la minería, a pesar de estar muy localizada en pequeños territorios, está mostrando una capacidad destructiva muy grave porque contribuye a la deforestación, la degradación de los bosques, la contaminación y envenenamiento de los suelos y aguas. Los mineros del coltán en África central cazan monos para alimentarse, otra derivada terrible e inesperada del ciclo consumista que rodea a los teléfonos móviles.
Este estudio, además de ser el primero en proporcionar una descripción global del estado de conservación de los primates del mundo y de las presiones antropogénicas que afectan su persistencia, también da ideas y soluciones para mitigar la pérdida local, regional y mundial de especies. "Si bien abordar las principales amenazas que afectan a las poblaciones de primates requiere políticas globales, un enfoque local sería constructivo", explica Estrada, investigador de la Universidad Autónoma Nacional de México. "La deforestación, la caza insostenible y el comercio ilegal podrían abordarse rápidamente", asegura, "con el objetivo de sensibilizar a la población de las zonas urbanas y rurales de que los primates son un componente importante de su capital natural. Que conservarlos con sus hábitats y detener el comercio ilegal significa invertir en el futuro".
Hay un factor importante que resalta al analizar los contextos en los que más sufren los primates no humanos: la pobreza de los primates humanos. "El denominador común de estas regiones son los altos niveles de pobreza y desigualdad, la pérdida de capital natural debido a las demandas del mercado global, la mala gobernanza, la falta de seguridad alimentaria y la escasa alfabetización. Atender a estos aspectos es una prioridad para asegurar la conservación de los primates", defiende el especialista.
La importancia va mucho más allá de la belleza de los primates, de su diversidad y de nuestra capacidad de reconocernos en su mirada. "Debemos nuestra humanidad a una historia evolutiva compartida", dice Estrada. Numerosos trabajos recientes certifican el papel fundamental que estos primates desempeñan en sus ecosistemas, y protegerlos supondría invertir en el efecto paraguas, en el que salvar una especie implica defender muchas otras porque se mantiene el equilibrio del ciclo natural de su entorno.
El macroecólogo David Nogués-Bravo, que no ha participado en este estudio, lo considera de gran relevancia por hacer una síntesis global del problema. "Desarrollar las economías locales en los países tropicales, reducir las tasas de consumo en los desarrollados y proteger los bosques puede ser la única, y última para algunas especies de primates, solución a este evento de extinción", explica este especialista de la Universidad de Copenhague. "La extinción de los primates cambiaría de forma radical muchas áreas de junglas y bosques en el mundo, reduciendo la capacidad de los bosques para regenerarse, porque son un factor esencial en la dispersión de las semillas", defiende.
"Estamos seguros de que en muchos casos la difícil situación en la que se encuentran nuestros compañeros primates no es conocida por la comunidad global, incluidos los gobiernos locales y nacionales", afirma el investigador, y esa es la razón por la que publican su estudio. Las últimas frases del artículo científico son una llamada a la acción: "Tenemos una última oportunidad para reducir o incluso eliminar las amenazas humanas a los primates y sus hábitats, para orientar los esfuerzos de conservación y para aumentar la conciencia mundial de su situación. Los primates son sumamente importantes para la humanidad. Después de todo, son nuestros parientes biológicos vivos más cercanos".
Fuente: EL PAÍS
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