Los humanos tendemos a ser diestros y los canguros son mayoritariamente zurdos. ¿Por qué existe esta lateralización del cerebro en la naturaleza y qué utilidad tiene? Los neurocientíficos tratan de encontrar la respuesta. La mayoría de las personas zurdas pueden recitar una lista de personajes famosos que eran como ellos y utilizaban preeminentemente la mano izquierda para sus tareas cotidianas.
Albert Einstein, Jimmy Hendrix o Leonardo da Vinci son solo algunos ejemplos, pero también en la naturaleza hay animales que tienden a privilegiar el uso de la izquierda frente a la derecha, como las cacatúas, gatos domésticos y buena parte de los marsupiales, incluidos los canguros. Pero, ¿por qué favorecen animales y personas una parte del cuerpo frente a la otra y qué nos enseña esto sobre el funcionamiento del cerebro?
Los neurocientíficos alemanes Onur Güntürkün y Sebastian Ocklenburg se han hecho la misma pregunta y tratan de esclarecer el asunto en un artículo publicado este miércoles en la revista Neuron. “Estudiar la asimetría puede aportarnos las pistas más básicas sobre como está organizado el cerebro”, apuntan en el artículo. “Esto nos proporciona una ventana sin precedentes al cableado del cerebro en su desarrollo temprano que determina finalmente el destino del cerebro adulto”. En opinión de los autores, esta lateralización de las funciones tiene varios propósitos. El primero es el de la especialización perceptiva: cuanto más compleja es una tarea más útil resulta poseer una zona especializada del cerebro para realizarla. En las personas, por ejemplo, el hemisferio derecho del cerebro se especializa en el reconocimiento de caras mientras que en el izquierdo se reconocen las letras y las palabras.
Otra de las ventajas es la especialización motora, que nos permite entrenar uno d esos hemisferios en una tarea y ganar destreza en cada una de las tareas. “Lo que haces con tus manos es un milagro de la evolución biológica”, asegura Güntürkün, quien apunta además que la existencia de un 10 por ciento de la población zurda quizá supuso algún tipo de ventaja adaptativa.
Para el neurocientífico, esta asimetría que se repite en la naturaleza en el cerebro “evolucionó porque muchos animales tienen las mismas necesidades de especialización que nosotros”. Así, por ejemplo, estudios recientes han demostrado que algunas aves, como las gallinas, utilizan un ojo para distinguir el grano del que se alimentan y el otro para vigilar el entorno y la presencia de depredadores.
Otro trabajo reciente con palomas, por ejemplo, muestra que estas aves especializan la función de cada ojo mientras están en el cascarón. En esta fase el ojo derecho está mirando hacia la parte exterior y el izquierdo apunta hacia su propio cuerpo, de modo que el primero está expuesto a la luz y esto desata una serie de cambios neuronales que determinan la especialización de cada ojo. En investigaciones con el pez cebra también se ha observado cómo se determina esta especialización desde la etapa embrionaria e incluso se ha conseguido manipular genéticamente para observar los cambios de comportamiento de los peces.
Para Güntürkün, estas investigaciones pueden arrojar luz sobre los casos en los que la asimetría tiene un papel relevante en trastornos y enfermedades mentales humanos. “No hay prácticamente ningún desorden del cerebro humano que no esté conectado con la asimetría”, asegura. “Si entendemos la ontogenia de la lateralización, daremos una gran salto para ver cómo el cableado en las etapas tempranas del desarrollo del cerebro puede salir mal en los casos patológicos”.
FUENTE: Vox pópuli
Otro trabajo reciente con palomas, por ejemplo, muestra que estas aves especializan la función de cada ojo mientras están en el cascarón. En esta fase el ojo derecho está mirando hacia la parte exterior y el izquierdo apunta hacia su propio cuerpo, de modo que el primero está expuesto a la luz y esto desata una serie de cambios neuronales que determinan la especialización de cada ojo. En investigaciones con el pez cebra también se ha observado cómo se determina esta especialización desde la etapa embrionaria e incluso se ha conseguido manipular genéticamente para observar los cambios de comportamiento de los peces.
Para Güntürkün, estas investigaciones pueden arrojar luz sobre los casos en los que la asimetría tiene un papel relevante en trastornos y enfermedades mentales humanos. “No hay prácticamente ningún desorden del cerebro humano que no esté conectado con la asimetría”, asegura. “Si entendemos la ontogenia de la lateralización, daremos una gran salto para ver cómo el cableado en las etapas tempranas del desarrollo del cerebro puede salir mal en los casos patológicos”.
FUENTE: Vox pópuli
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