Numerosas investigaciones han intentado averiguar la relación que existe entre los hongos y plantas y la manera en la que se alían para formar kilómetros de raíces que se unen a las especies vegetales y luchan contra las amenazas como el cambio climático.
Los estudios revelan que los bosques se transforman en sistemas donde las especies intercambian nutrientes y se relacionan con el medio que les rodea.
La conexión la conocemos como red Hartig y es la responsable del intercambio de nutrientes, agua y carbono con y entre las especies vegetales a las que se conectan. La colaboración se explica por las redes micorrizas, es decir la simbiosis entre hongos y raíces de plantas.
Algunos investigadores le han llamado el internet de las plantas; posteriormente se excavo hasta
llegar a la red de micorrizas y se verificó que el isótopo etiquetado había viajado desde el ejemplar marcado hasta los árboles más próximos de especies diferentes, esto permitió comprender que un bosque es más que una colección de árboles individuales.
Estas redes que son parecidas a la red WiFi podrían estar en peligro de desconectarse debido a la tala masiva y a otras amenazas como pueden ser el aumento de las emisiones de dióxido de carbono.
A pesar de la importancia de las redes que unen a plantas y hongos, los científicos aún no tienen claro cómo se regula el comercio de nutrientes entre ellos, ni que especie domina entre ellos, tampoco está clara la idea de que las plantas son capaces de enviar señales de alarma o de ayuda a sus semejantes, aun así se sabe que los bosques actúan como un organismo, una enorme estructura que se articula bajo el suelo a través de una red en la que interactúa un destacado grupo de actores invisibles al ojo humano, pero que pueden determinar el futuro del clima. Comprender su funcionamiento es el desafío al que se enfrenta aún la ciencia.
83 estudios fueron revisados por un equipo multidisciplinario de científicos, estos revisaron la capacidad de fertilización que tenían los grandes ecosistemas vegetales relacionados con el aumento de CO2 atmosférico.
Fuente: eleconomista
Los estudios revelan que los bosques se transforman en sistemas donde las especies intercambian nutrientes y se relacionan con el medio que les rodea.
La conexión la conocemos como red Hartig y es la responsable del intercambio de nutrientes, agua y carbono con y entre las especies vegetales a las que se conectan. La colaboración se explica por las redes micorrizas, es decir la simbiosis entre hongos y raíces de plantas.
Algunos investigadores le han llamado el internet de las plantas; posteriormente se excavo hasta
llegar a la red de micorrizas y se verificó que el isótopo etiquetado había viajado desde el ejemplar marcado hasta los árboles más próximos de especies diferentes, esto permitió comprender que un bosque es más que una colección de árboles individuales.
Estas redes que son parecidas a la red WiFi podrían estar en peligro de desconectarse debido a la tala masiva y a otras amenazas como pueden ser el aumento de las emisiones de dióxido de carbono.
A pesar de la importancia de las redes que unen a plantas y hongos, los científicos aún no tienen claro cómo se regula el comercio de nutrientes entre ellos, ni que especie domina entre ellos, tampoco está clara la idea de que las plantas son capaces de enviar señales de alarma o de ayuda a sus semejantes, aun así se sabe que los bosques actúan como un organismo, una enorme estructura que se articula bajo el suelo a través de una red en la que interactúa un destacado grupo de actores invisibles al ojo humano, pero que pueden determinar el futuro del clima. Comprender su funcionamiento es el desafío al que se enfrenta aún la ciencia.
83 estudios fueron revisados por un equipo multidisciplinario de científicos, estos revisaron la capacidad de fertilización que tenían los grandes ecosistemas vegetales relacionados con el aumento de CO2 atmosférico.
Fuente: eleconomista
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