Un estudio de la Universidad de Edimburgo concluye que la desorientación en edades anteriores a los sesenta años es un síntoma de poder desarrollar la enfermedad
Desorientarse, incluso en un entorno conocido, puede ser uno de los primeros síntomas de que se padece alzheimer. Un estudio de la Universidad de Edimburgo encuadrado en el proyecto Prevent ha tratado de reconocer los signos iniciales de la enfermedad en personas que aún son jóvenes, o al menos, más jóvenes de lo habitual para padecer este mal (a partir de los sesenta años y ya con un deterioro considerable).
La investigación, que ha durado un periodo prolongado de tiempo, da por probado que el perder el sentido de la orientación es uno de los principales indicadores de que se va a desarrollar la enfermedad. El procedimiento para el trabajo fue formar dos grupos. Uno compuesto por personas de entre 41 y 59 años con familiares cercanos que ya han sido diagnosticados, mientras que el segundo grupo no tenía la menor relación con la enfermedad.
Ligada al Barcelonabeta Brain Research, financiado por la Fundación Pasqual Maragall, María Carme es una barcelonesa que ha vivido muy de cerca el alzheimer. Lo han padecido tanto su padre, como sus dos tíos y sus dos tías. “En ninguno de los casos supieron ver la enfermedad y asociaban los síntomas con la edad”. Esta mujer española participa en el proyecto EPAD, aunque hay otro centro de Zaragoza que también forma parte de las 35 asociaciones que conforman Prevent.
Los hallazgos del estudio, que se publicarán en el 'Alzheimer and Dementia Journal', descubrieron que aquellos que estaban en la categoría de alto riesgo eran menos habilidosos a la hora de contestar preguntas que midieran su capacidad para ver su propia posición en un plano. La parte del cerebro que controla la orientación, el hipocampo, era también más pequeña que la de los otros, según los investigadores.
Uno de ellos, Luc Truyen, recalca que el propósito de estas iniciativas es llegar a un diagnóstico temprano del mal. “Si pudiéramos intervenir mucho antes, la posibilidad de reducir el daño sería mucho mayor. Hoy por hoy los fármacos no sirven para paliar ese deterioro que ya se ha producido”.
Una de las pruebas que usó el estudio fue el test de las cuatro montañas, ideado por el neurólogo de la Universidad de Cambridge Denis Chan. Se muestra a los pacientes una fotografía de una montaña y se les inquiere para que la localicen en otras cuatro fotografías de paisajes.
Los investigadores entienden que aunque la enfermedad no tiene cura, el poder usar los medicamentos en estadios iniciales del alzhéimer podrían tener “mucho mejores resultados”. Una persona afectada, además, puede reducir el impacto haciendo ejercicio y dejando de fumar, según los autores del estudio.
FUENTE: EL CONFIDENCIAL
Desorientarse, incluso en un entorno conocido, puede ser uno de los primeros síntomas de que se padece alzheimer. Un estudio de la Universidad de Edimburgo encuadrado en el proyecto Prevent ha tratado de reconocer los signos iniciales de la enfermedad en personas que aún son jóvenes, o al menos, más jóvenes de lo habitual para padecer este mal (a partir de los sesenta años y ya con un deterioro considerable).
La investigación, que ha durado un periodo prolongado de tiempo, da por probado que el perder el sentido de la orientación es uno de los principales indicadores de que se va a desarrollar la enfermedad. El procedimiento para el trabajo fue formar dos grupos. Uno compuesto por personas de entre 41 y 59 años con familiares cercanos que ya han sido diagnosticados, mientras que el segundo grupo no tenía la menor relación con la enfermedad.
Ligada al Barcelonabeta Brain Research, financiado por la Fundación Pasqual Maragall, María Carme es una barcelonesa que ha vivido muy de cerca el alzheimer. Lo han padecido tanto su padre, como sus dos tíos y sus dos tías. “En ninguno de los casos supieron ver la enfermedad y asociaban los síntomas con la edad”. Esta mujer española participa en el proyecto EPAD, aunque hay otro centro de Zaragoza que también forma parte de las 35 asociaciones que conforman Prevent.
Los hallazgos del estudio, que se publicarán en el 'Alzheimer and Dementia Journal', descubrieron que aquellos que estaban en la categoría de alto riesgo eran menos habilidosos a la hora de contestar preguntas que midieran su capacidad para ver su propia posición en un plano. La parte del cerebro que controla la orientación, el hipocampo, era también más pequeña que la de los otros, según los investigadores.
Uno de ellos, Luc Truyen, recalca que el propósito de estas iniciativas es llegar a un diagnóstico temprano del mal. “Si pudiéramos intervenir mucho antes, la posibilidad de reducir el daño sería mucho mayor. Hoy por hoy los fármacos no sirven para paliar ese deterioro que ya se ha producido”.
Una de las pruebas que usó el estudio fue el test de las cuatro montañas, ideado por el neurólogo de la Universidad de Cambridge Denis Chan. Se muestra a los pacientes una fotografía de una montaña y se les inquiere para que la localicen en otras cuatro fotografías de paisajes.
Los investigadores entienden que aunque la enfermedad no tiene cura, el poder usar los medicamentos en estadios iniciales del alzhéimer podrían tener “mucho mejores resultados”. Una persona afectada, además, puede reducir el impacto haciendo ejercicio y dejando de fumar, según los autores del estudio.
FUENTE: EL CONFIDENCIAL
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