El nuevo fósil de un pájaro que tiene más de 48 millones de años de antigüedad, no destaca, en este caso, por su increíble conservación ni por su forma, sino por una parte que era blanda en sus orígenes: una glándula uropígea que tiene sus lípidos fosilizados, la cual ha mantenido la gran parte de su composición química original, como afirma elInstituto de Investigación y Museo de Historia Natural Senckenberg, cuya sociedad científica fue fundada en 1817 en Frankurt am Main.
Esta glándula uropígea (es una glándula que se encuentra en la mayoría de las aves, y secreta un aceite que ellas usan para el acicalamiento es decir la limpieza e impermeabilización del plumaje.), se encuentra en la mayoría de las aves, en la base de la cola. Este produce un aceite que usan las aves para el acicalamiento e impermeabilización del plumaje, ya que si sus plumas se mojan no serán capaces de volar.
El fosilífero de Messel, en el pueblo homónimo, situado entre Frankfurt y Darmstadt, en Alemania, fue el lugar en el que se encontró este fósil de ave. "La cadena larga de compuestos de hidrocarburos de los restos fosilizados de la glándula uropígea puede diferenciarse claramente del esquisto bituminoso que rodea al fósil", afirma Geral Mayr, quien es el coautor del estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B. Aun no está claro cómo han sobrevivido durante tanto tiempo los lípidos de la glándula uropígea: quizá debido a la exclusión de oxígeno o por sus componentes antibacterianos, que impidieron su descomposición total.
Esto es lo que aclara Jakob Vinther, un investigador de la Universidad de Bristol y coautor del estudio."Si descubriéramos más lípidos podríamos reconstruir mejor el estilo de vida de estos animales. Por ejemplo, sería interesante saber si los dinosaurios emplumados, como antepasados de los pájaros, ya poseían glándulas uropígeas para arreglarse las plumas".
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