Investigadores de Duke Health, en Carolina del Norte (Estados Unidos), han demostrado que la combinación de quimioterapia y aptámeros –moléculas fabricadas en laboratorio que funcionan como anticuerpos– destruye tumores de próstata en ratones dejando intactos los tejidos sanos.
Este hallazgo ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences y sugiere que los aptámeros podrían formar la base de nuevas terapias contra el cáncer si se confirma en estudios adicionales en animales y humanos.
Bruce Sullenger, profesor en los Departamentos de Cirugía y Farmacología y Biología del Cáncer en Duke, señala que “el beneficio de los aptámeros en comparación con los anticuerpos es que tenemos más control sobre a dónde van y qué hacen”. En el estudio se ha utilizado también un antídoto para el aptámero “si, por cualquier razón, puede haber una reacción adversa”.
Pueden crearse aptámeros artificales para dirigirse a las células cancerosas, de manera similar a los anticuerpos generados naturalmente por el organismo que se concentran en los patógenos, como los virus o las bacterias. Los avances recientes en medicamentos han usado anticuerpos junto con la quimioterapia para crear inmunoterapias que combaten con éxito el cáncer.
Pero la inflamación y otros efectos secundarios son comunes en estas combinaciones de medicamentos, porque es difícil controlar dónde y con qué fuerza los anticuerpos desencadenan respuestas inmunes fuera de las células cancerosas. “Existe la necesidad de nuevas terapias dirigidas a tumores que sean más fáciles de manipular y sintetizar”, afirma Kelly.
Se están estudiando cada vez más los aptámeros como buenas alternativas. Se crean utilizando hebras únicas de ARN o ADN, que tienen el mismo potencial de direccionamiento que los anticuerpos, pero parecen no ser tóxicas. En su estudio sobre células de cáncer de próstata, el equipo de Duke, incluyendo a la autora principal Bethany Powell Gray y la coautora Linsley Kelly, se centró en un ligando de ARN llamado E3, que se dirige selectivamente a las células de cáncer de próstata.
Los investigadores combinaron el aptámero E3 con una pequeña dosis de un agente de quimioterapia altamente tóxico. Luego, inyectaron la combinación de aptámero/fármaco en ratones que albergan tumores de cáncer de próstata humanos. Los roedores con tumores de cáncer de próstata que recibieron el tratamiento de investigación vivieron hasta 74 días en comparación con los 46 días de los roedores que no recibieron el tratamiento.
Además, los científicos desarrollaron un antídoto para bloquear la toxicidad del conjugado de aptámero-fármaco E3, proporcionando un interruptor de seguridad en el caso inesperado de la muerte de las células normales. “Esa fue una de las cosas realmente emocionantes de este trabajo –destaca Powell Gray–. Debido a que son cadenas simples de ARN, se pueden revertir utilizando una porción complementaria de ARN que se unirá y formará una cadena doble para desplegar el aptámero”.
Los investigadores dijeron que los estudios continuarán en animales y que serán probados en otros tipos de cáncer. “Este estudio demuestra que el ARN E3 se internaliza selectivamente en las células de cáncer de próstata y que los conjugados de fármacos E3 altamente tóxicos son potentes agentes antitumorales, lo que representa un posible nuevo enfoque terapéutico”, concluye Sullenger.
FUENTES: ABC , El Mundo
Este hallazgo ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences y sugiere que los aptámeros podrían formar la base de nuevas terapias contra el cáncer si se confirma en estudios adicionales en animales y humanos.
Bruce Sullenger, profesor en los Departamentos de Cirugía y Farmacología y Biología del Cáncer en Duke, señala que “el beneficio de los aptámeros en comparación con los anticuerpos es que tenemos más control sobre a dónde van y qué hacen”. En el estudio se ha utilizado también un antídoto para el aptámero “si, por cualquier razón, puede haber una reacción adversa”.
Pueden crearse aptámeros artificales para dirigirse a las células cancerosas, de manera similar a los anticuerpos generados naturalmente por el organismo que se concentran en los patógenos, como los virus o las bacterias. Los avances recientes en medicamentos han usado anticuerpos junto con la quimioterapia para crear inmunoterapias que combaten con éxito el cáncer.
Pero la inflamación y otros efectos secundarios son comunes en estas combinaciones de medicamentos, porque es difícil controlar dónde y con qué fuerza los anticuerpos desencadenan respuestas inmunes fuera de las células cancerosas. “Existe la necesidad de nuevas terapias dirigidas a tumores que sean más fáciles de manipular y sintetizar”, afirma Kelly.
Se están estudiando cada vez más los aptámeros como buenas alternativas. Se crean utilizando hebras únicas de ARN o ADN, que tienen el mismo potencial de direccionamiento que los anticuerpos, pero parecen no ser tóxicas. En su estudio sobre células de cáncer de próstata, el equipo de Duke, incluyendo a la autora principal Bethany Powell Gray y la coautora Linsley Kelly, se centró en un ligando de ARN llamado E3, que se dirige selectivamente a las células de cáncer de próstata.
Los investigadores combinaron el aptámero E3 con una pequeña dosis de un agente de quimioterapia altamente tóxico. Luego, inyectaron la combinación de aptámero/fármaco en ratones que albergan tumores de cáncer de próstata humanos. Los roedores con tumores de cáncer de próstata que recibieron el tratamiento de investigación vivieron hasta 74 días en comparación con los 46 días de los roedores que no recibieron el tratamiento.
Además, los científicos desarrollaron un antídoto para bloquear la toxicidad del conjugado de aptámero-fármaco E3, proporcionando un interruptor de seguridad en el caso inesperado de la muerte de las células normales. “Esa fue una de las cosas realmente emocionantes de este trabajo –destaca Powell Gray–. Debido a que son cadenas simples de ARN, se pueden revertir utilizando una porción complementaria de ARN que se unirá y formará una cadena doble para desplegar el aptámero”.
Los investigadores dijeron que los estudios continuarán en animales y que serán probados en otros tipos de cáncer. “Este estudio demuestra que el ARN E3 se internaliza selectivamente en las células de cáncer de próstata y que los conjugados de fármacos E3 altamente tóxicos son potentes agentes antitumorales, lo que representa un posible nuevo enfoque terapéutico”, concluye Sullenger.
FUENTES: ABC , El Mundo
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