BACTERIAS DEL INTESTINO DELGADO QUE FACILITAN LA ABSORCIÓN DE GRASAS

La mayoría de las investigaciones sobre bacterias intestinales hasta la fecha se han centrado en el intestino grueso, pero ahora, un nuevo estudio sobre el intestino delgado revela cómo una dieta con muchas calorías puede provocar la proliferación de microorganismos que facilitan la digestión y absorción de alimentos ricos en grasas.

Los descubrimientos de este estudio se han publicado en un artículo de la revista Cell Host and Microbe y explican que estos microorganismos favorecen la producción y secreción de enzimas digestivas en el intestino delgado.

Estas enzimas descomponen las grasas procedentes de alimentos ricos en calorías y permiten su posterior absorción. Al mismo tiempo, las bacterias liberan compuestos bioactivos que estimulan a las células de absorción del intestino. Con el tiempo, la presencia constante de estos micoorganismos puede causar problemas relacionados con la sobrealimentación y la obesidad.

El autor principal del estudio, el profesor de Medicina y director del Centro Básico de Investigación de Enfermedades Digestivas de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) en la Universidad de Chicago, Estados Unidos, Eugene B. Chang nos explica: “Estas bacterias son parte de un mecanismo complejo que hace que la absorción de lípidos sea más eficaz”. Y señala: “Aunque pocas personas se hayan dedicado al estudio del microbioma del intestino delgado, es aquí donde se digieren y absorben la mayoría de vitaminas y micronutrientes”.

El estudio es de los primeros en demostrar que la digestión y la absorción de lípidos están directamente controladas por estos microorganismos, y ofrece numerosas aplicaciones en la prevención y el tratamiento de la obesidad y distintas enfermedades cardiovasculares.

Los objetivos del estudio fueron: descubrir si se necesitaban microorganismos para la digestión y la absorción de grasas, conocer qué microorganismos participaban en estos procesos y valorar el papel de los microorganismos que habían proliferado como consecuencia de la dieta en estos procesos. La investigación se realizó con ratones sin bacterias intestinales, criados en cámaras aisladas, y con ratones libres de microorganismos patógenos, es decir, con ratones sanos, pero que tenían microorganismos que no causan enfermedades.

Todos los ratones fueron alimentados con una dieta alta en grasas. Los ratones sin bacterias no pudieron absorber los alimentos grasos, por lo que no ganaron peso y presentaron altos niveles de lípidos en sus heces, mientras que los otros ratones aumentaron rápidamente de peso. Además, la cantidad de microorganismos del intestino delgado de las familias Clostridiaceae y Peptostreptococcaceae se incrementó.

Los investigadores descubrieron que una especie de la familia Clostridiaceae afectaba específicamente a la absorción de grasas. Y sin embargo, la abundancia de bacterias de las familias Bifidobacteriacaea y Bacteriodacaea, que están relacionadas con la delgadez, disminuyó.

Cuando posteriormente se le introdujeron los microorganismos que contribuyen a la digestión de las grasas a los ratones sin bacterias intestinales, rápidamente adquirieron la capacidad de absorber lípidos.

Así, el estudio concluyó que, al menos en los sujetos experimentales, una dieta alta en grasas puede alterar notablemente la composición de microorganismos en el intestino delgado. También afirmó que los alimentos ricos en calorías atraen a determinadas familias de bacterias en el intestino delgado que permiten al huésped (los ratones) digerir y absorber las grasas y que esto puede llegar a afectar a otros órganos relacionados con el intestino, como el páncreas.

Kristina Martínez- Guryn, también autora principal del estudio y profesora asistente de la Universidad de Midwestern en Illonois, Estados Unidos, concluye: “Lo más importante es el concepto de que lo que comemos en nuestra dieta a diario, tiene un profundo impacto en la abundancia y el tipo de bacteria que albergamos en nuestro intestino. Estos microorganismos influyen directamente en nuestro metabolismo y en nuestra propensión a aumentar de peso en ciertas dietas”.

Los resultados sugieren que tal vez se podrían usar prebióticos, probióticos o incluso desarrollar postbióticos (compuestos derivados de bacterias o productos del metabolismo) para mejorar la absorción de nutrientes en personas con trastornos de absorción, como la enfermedad de Crohn, y probar nuevas formas de combatir la obesidad, según esta experta.

Fuentes: El Médico Interactivo, El Economista, SIPSE

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