En febrero del año 2021, la NASA enviará un vehículo explorador a Marte con el fin de analizar la composición de un cráter denominado Jezero, considerado un posible delta fluvial. Estos científicos esperan encontrar moléculas orgánicas antiguas y otros signos potenciales de vida microbiana del agua.
Tras cinco años de investigación, durante la cual han sido examinadas más de 60 ubicaciones candidatas en Marte, los científicos de la NASA han seleccionado esta depresión de 45 kilómetros de diámetro, que cuenta con 3.600 millones de años de antigüedad y con una gran riqueza geológica. El cráter está ubicado en el borde occidental de Isidis Planitia, una cuenca de impacto gigante justo al norte del ecuador marciano. La zona presenta algunos de los paisajes marcianos más antiguos y más interesantes desde el punto de vista científico. Thomas Zurbuchen, de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA, declara que este cráter, Jezero, podría responder preguntas importantes en la evolución planetaria y la astrobiología. Consecuentemente, la obtención de muestras de este cráter revolucionarán toda la información que los científicos poseen sobre las posibilidad de albergar vida de Marte hasta la fecha.
Esta previsto que el próximo rover de la NASA, llamado Mars 2020, no solo investigue si el lugar fue alguna vez habitable, como hace el actual rover Curiosity, sino que también buscará signos de vida microbiana pasada. Además, recogerá cinco tipos diferentes de rocas, incluidas las arcillas y carbonatos que tienen un alto potencial para preservar las firmas de vidas pasadas, las cuales almacenará en la superficie del planeta para después poder recuperarlas y traerlas a la Tierra.
La diversidad geológica que hace que Jezero sea tan atractivo para los científicos también lo convierte en un desafío para los ingenieros que se ocupan de diseñar la entrada, descenso y aterrizaje del rover. Además del delta cercano y los cráteres de impacto, el sitio contiene numerosas rocas hacia el este, acantilados hacia el oeste y depresiones llenas de dunas que podrían atrapar al vehículo en varios lugares.
De este modo, Jezero ya había sido codiciado antes como lugar de aterrizaje, pero los desafíos que planteaba lo hacían imposible. «Pero lo que una vez estuvo fuera del alcance ahora es concebible gracia a los avances en ingeniería», asegura Ken Farley, científico del proyecto en el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL) de la NASA. Uno de sus logros a los que se refiere Farley es haber conseguido refinar el sistema de aterrizaje de tal manera que es posible reducir la zona para la maniobra a un área 50% más pequeña que la que empleó el Curiosity cuando llegó al cráter Gale en 2012. Esto permitió a la comunidad científica considerar sitios de aterrizaje más desafiantes. «Nada ha sido más difícil en la exploración planetaria robótica que aterrizar en Marte», afirma Zurbuchen.
La misión, que será lanzada en julio de 2020, tiene también como objetivos científicos saber más sobre el clima y la geología de Marte y prepararse para una futura exploración humana probando la producción de oxígeno de su atmósfera.
Fuente: ABC, La Prensa
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