LOS ANCIANOS CON COLESTEROL ELEVADO TIENEN MENOR RIESGO DE DEMENCIA

Cada vez hay más estudios que demuestran que el colesterol elevado aumenta el riesgo de desarrollar aterosclerosis (variedad de arteriosclerosis caracterizada por el depósito de sustancias grasas en el interior de las arterias) y, por tanto, de sufrir un infarto o un ictus. Además, tener unos niveles altos de colesterol a lo largo de la vida aumenta el riesgo de demencia, como es el caso de la enfermedad del Alzheimer.

Sin embargo, un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí en Nueva York (EE.UU.), concluye que las personas con 85 años o más que han experimentado un aumento de su colesterol desde la mediana edad, tienen menos riesgo de deterioro de sus capacidades cognitivas. ¿Es posible que el colesterol tenga un efecto protector sobre las funciones cerebrales? Según los propios autores, no, pero puede ayudar al desarrollo de terapias frente a los diferentes tipos de demencia.

«Nuestros hallazgos tienen implicaciones importantes para la búsqueda de factores, genéticos y no genéticos, asociados a un buen envejecimiento cognitivo. Los datos confirman nuestro modelo de ‘superviviente protegido’: entre los individuos que alcanzan una edad muy avanzada con sus capacidades cognitivas intactas, aquellos con factores de riesgo elevados son más propensos a tener factores protectores que los que presentan factores de riesgo bajos. Así, los individuos longevos con sus funciones cognitivas intactas, a pesar de sus factores de riesgo altos, deben ser objeto de estudio para analizar estos factores protectores, que podrían ayudar al desarrollo de fármacos y tratamientos para los diferentes tipos de demencia», explica Jeremy Silverman, director de esta investigación, publicada en la edición digital de la revista Alzheimer & Dementia: The Journal of the Alzheimer's Association.

En el estudio, los autores analizaron la posible asociación entre los niveles de colesterol en distintas etapas de la vida y el deterioro cognitivo. Para ello, tomaron los datos del Estudio del Corazón de Framingham (FHS), puesto en marcha en 1948, con la participación de 5.209 personas adultas y que ya va por su tercera generación de participantes. Las cifras de colesterol evaluadas para ver si la progresión de los niveles se aceleraba o se ralentizaba fueron: colesterol total a la edad de 40 años, colesterol total a los 77 años, cambio en las cifras de colesterol desde la mediana edad, progresión lineal de los niveles de colesterol y media cuadrática de las cifras de colesterol.

Resultado de imagen de colesterolLos resultados demostraron que un riesgo de deterioro cognitivo se asociaba a niveles altos de colesterol a los 77 años, el incremento lineal en las cifras de colesterol y la ralentización de este incremento con el paso del tiempo. Este efecto, sin embargo, se mantuvo sólo hasta que los participantes cumplieron los 84 años, puesto que tener un colesterol elevado pareció tener un efecto protector superada esta edad. De hecho, en los participantes con edades entre los 85 y los 94 años con buena salud cognitiva, tener unas cifras altas de colesterol en la mediana edad se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo.

Entonces, para disfrutar de unas capacidades cognitivas saludables al llegar a los 85 años, ¿debe recomendarse a las personas de mediana edad que aumenten progresivamente sus niveles de colesterol? La respuesta es: rotundamente no, a no ser que también se pretenda que corran un mayor riesgo de sufrir un infarto o un ictus y de morir por una enfermedad cardiovascular, entre otras muchas consecuencias.

Tampoco es bueno que las personas muy mayores incrementen sus cifras de colesterol cumplidos ya los 85, ya que en las edades avanzadas el riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares es mayor.

«Nuestros resultados no sugieren que las personas con 85 años o más aumenten sus niveles de colesterol. De hecho, ni siquiera creemos que tener un colesterol elevado sea bueno para las capacidades cognitivas a los 85, pero su presencia podría ayudarnos a identificar a aquellos con un menor nivel de afectación cognitiva. Esperamos que al continuar nuestra investigación con personas muy mayores con una buena salud cognitiva podamos identificar los genes u otros factores protectores para el deterioro cognitivo», concluye Jeremy Silverman.

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