El terremoto de magnitud 3.5 que ha sacudido el municipio de Lorca (Murcia) a las 8:58 horas de la mañana del pasado jueves 13 de diciembre ha sido el último. Pero pese a que se ha notado "bastante", en palabras del Ayuntamiento, porque el epicentro se ha situado a un nivel muy superficial de un kilómetro de profundidad la situación es de "normalidad".
Y es que hace falta más que una sacudida para alarmar a este sufrido municipio murciano, que se encuentra en una de las dos principales zonas sísmicas de la Península Ibérica: la otra está situada a la altura de Granada y sus alrededores. No se trata solo de Lorca: la Falla Sismogénica de Alhama de Murcia, que se localiza entre el norte del valle del Guadalentín y Puerto Lumbreras, afecta en gran medida a la Región. Otras fallas notables son las de Cádiz-Bullas-Alicante y la de la Vega Media del Segura.
Sin embargo, fue en esta ciudad en donde se produjo el desastroso terremoto de 5.1 en 2011, que dejó nueve víctimas mortales, más de 300 heridos y daños en el 80% de los edificios. Los episodios reiterados en Lorca han sido frecuentes desde entonces: en 2016, un seísmo de 3.7, equiparable al de esta noche, se producía apenas una semana después de conmemorar el quinto aniversario de la catástrofe. Una casualidad, según los expertos, ya que si bien un mismo terremoto produce réplicas durante horas e incluso días, estas no ocurren de forma crónica de un año para otro.
El sur de España es realmente una zona sísmicamente activa, según confirmaba José Manuel Martínez Solares, jefe del área de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional (IGN). El investigador del IGN recordaba en ocasión del terremoto del Mar de Alborán de 2016 otro seísmo de 6.3 en Alhucemas en 2004, con varias víctimas mortales, cuyo epicentro se situó en tierra, al suroeste de la ciudad.
Martínez Solares indicaba que la zona se sitúa entre las placas Eurasiática y Africana, que es donde se producen grandes movimientos tectónicos, pero también se dan terremotos en Galicia, que está separada del borde de placas. "Las tensiones de la convergencia entre las dos placas también se pueden repartir dentro de una de ellas y de ahí los terremotos en otros lugares, como los Pirineos", apuntaba.
Y es que hace falta más que una sacudida para alarmar a este sufrido municipio murciano, que se encuentra en una de las dos principales zonas sísmicas de la Península Ibérica: la otra está situada a la altura de Granada y sus alrededores. No se trata solo de Lorca: la Falla Sismogénica de Alhama de Murcia, que se localiza entre el norte del valle del Guadalentín y Puerto Lumbreras, afecta en gran medida a la Región. Otras fallas notables son las de Cádiz-Bullas-Alicante y la de la Vega Media del Segura.
Sin embargo, fue en esta ciudad en donde se produjo el desastroso terremoto de 5.1 en 2011, que dejó nueve víctimas mortales, más de 300 heridos y daños en el 80% de los edificios. Los episodios reiterados en Lorca han sido frecuentes desde entonces: en 2016, un seísmo de 3.7, equiparable al de esta noche, se producía apenas una semana después de conmemorar el quinto aniversario de la catástrofe. Una casualidad, según los expertos, ya que si bien un mismo terremoto produce réplicas durante horas e incluso días, estas no ocurren de forma crónica de un año para otro.
El sur de España es realmente una zona sísmicamente activa, según confirmaba José Manuel Martínez Solares, jefe del área de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional (IGN). El investigador del IGN recordaba en ocasión del terremoto del Mar de Alborán de 2016 otro seísmo de 6.3 en Alhucemas en 2004, con varias víctimas mortales, cuyo epicentro se situó en tierra, al suroeste de la ciudad.
Martínez Solares indicaba que la zona se sitúa entre las placas Eurasiática y Africana, que es donde se producen grandes movimientos tectónicos, pero también se dan terremotos en Galicia, que está separada del borde de placas. "Las tensiones de la convergencia entre las dos placas también se pueden repartir dentro de una de ellas y de ahí los terremotos en otros lugares, como los Pirineos", apuntaba.
No se trata solo de de magnitud, además: cuanto más superficial es un seísmo más daños puede producir. El de Granada de marzo de 2010 fue muy profundo, y no produjo daños. Sin embargo, el mismo terremoto puede afectar mucho más. El que causó estragos en Lorca en 2011 tuvo su epicentro a cuatro o cinco kilómetros de profundidad, muy superficial por lo tanto, y justo debajo de la ciudad.
Por último, una vez localizada la zona sísmica, es importante asumir que la "norma preventiva" es la única guía tanto en las normas de construcción como en los protocolos de emergencia, ya que todavía no existen instrumentos que permitan advertir de la llegada de un seísmo, apunta Martínez Solares. "Es lo triste de la sismología: sólo ha habido un caso de éxito en la predicción, en China en 1977, y desde entonces no se ha vuelto a poder predecir un gran terremoto".
Fuente: El Español
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