Un grupo de investigadores canadienses de la University of British Columbia anunció que habían identificado una enzima intestinal capaz de transformar los grupos sanguíneos para que sean válidos para todos los pacientes. Partiendo de sangre de otros grupos (A, B o AB), sería posible transformar las muestras en sangre universal, O.
De todos los tipos de sangre que existen el más requerido es el grupo O negativo porque es el donante universal, es decir, que puede transferirse a cualquier otra persona independientemente de su grupo y su Rh (positivo o negativo).
Los bancos de sangre y los hospitales llevan a cabo una atenta vigilancia de los tipos de sangre para que la sangre donada se adapte al tipo de sangre del receptor de la transfusión. El hecho de que una persona reciba un tipo de sangre inadecuada en una transfusión puede provocarle graves problemas de salud.
Es 30 veces más eficaz que otras técnicas.
Todas las muestras de sangre contienen los mismos componentes básicos (glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma), pero no todos tienen los mismos tipos de marcadores en la superficie de los glóbulos rojos. Estos marcadores, llamados antígenos, son azúcares que utiliza nuestro organismo para identificar a los glóbulos rojos. Estos influyen directamente en el rechazo o aceptación de la sangre tras una transfusión. Por esto, los expertos agrupan la sangre en cuatro grupos distintos en función de los marcadores que contiene: A, B, AB y O (también conocido como 0, ya que no tiene marcadores A ni B).
Algunas personas tienen un marcador adicional, llamado factor Rh, en la sangre. Este factor puede, o no, estar presente, por lo que también se clasifica la sangre como "positiva", si tiene el factor Rh, o "negativa", si no lo tiene. Esto da lugar a ocho posibles tipos de sangre: O positivo, O negativo, A positivo, A negativo, B positivo, B negativo, AB positivo y AB negativo.
Los científicos, liderados por el bioquímico Steve Withers, descubrieron que las enzimas extraídas del intestino (Escherichia coli) pueden convertir sangre de los grupos A, B y AB en el grupo O negativo. Estas enzimas, que forman parte del microbioma intestinal humano, son capaces de romper las moléculas de azúcar de los glóbulos rojos gracias a técnicas de metagenómica. De todos los sistemas intentados, esta es la forma más rápida y sencilla que se ha encontrado hasta el momento.
Withers, profesor del Departamento de Química y Bioquímica de la University of British Columbia, presentó sus conclusiones en una reunión de la American Chemical Society en agosto del 2018, donde aseguró que la técnica que han desarrollado es 30 veces más eficaz para retirar los antígenos de los glóbulos rojos que las utilizadas hasta ahora, lo que puede facilitar considerablemente el suministro de sangre y resultar especialmente útil en situaciones de emergencia y conflictos armados.
La "sangre universal", más cerca que nunca.
Como los intestinos están revestidos con glicoproteínas que contienen estructuras de azúcar, incluidos los antígenos A y B, algunas bacterias intestinales han desarrollado la capacidad de separar estos azúcares para alimentarse de ellos. “Al concentrarnos en las bacterias que se alimentan de esos azúcares, aislamos las enzimas que usan las bacterias usan para arrancar las moléculas de azúcar; luego produjimos cantidades de esas enzimas por medio de la clonación y descubrimos que eran capaces de realizar una acción similar con los antígenos sanguíneos”, explicó Withers.
Usando la técnica de metagenómica, Withers y su equipo analizaron 20,000 extractos fecales y lograron identificar la enzima que puede eliminar los antígenos con una eficiencia treinta veces mayor que las enzimas usadas en investigaciones anteriores. Esto implica que se necesita añadir muchas menos enzimas a la sangre para convertirla en tipo O, reduciendo en considerablemente el coste del proceso. En las primeras pruebas de laboratorio, la nueva enzima convirtió con éxito el 100% de la sangre de tipo A, B y AB en O.
Los pasos posteriores se centran en asegurarse que no se produzcan otros cambios en los glóbulos rojos durante el proceso de modificación, antes de que esa sangre tratada con enzimas se pueda usar en pacientes. Withers comentó que las pruebas de laboratorio les llevará otros dos años, y que los ensayos clínicos posteriores durarán al menos tres años más.
“Una vez superadas las pruebas de seguridad, esta tecnología debería incorporarse con bastante facilidad a la corriente de procesamiento de sangre actual, proporcionando un acceso más amplio a la sangre de tipo O cuando sea necesario”, aseguró. El especialista estimó que el procedimiento que se va a seguir será introducir la enzima en la sangre donada y almacenarla para luego que pueda ser usada cuando sea necesaria.
Una gran ventaja, según los descubridores, es que este tipo de enzima intestinal funciona con sangre completa, de modo que puede convertir la sangre tomada de los donantes en grupo O negativa de forma mucho más rápida que si se ha de descomponer la sangre para aislar sus componentes.
“Se trata de un descubrimiento muy atractivo y de gran potencial si se cumplen las expectativas, porque bastaría añadir esa enzima a las bolsas de sangre para poder transfundirlas a cualquier persona, sin preocuparse de su grupo sanguíneo, pero no hay que olvidar que se trata de un ensayo in vitro y habrá que esperar a ver si funciona cuando se pruebe en humanos”, reflexiona Miquel Lozano, jefe de la sección de Hemoterapia del hospital Clínic de Barcelona.
Fuente: La vanguardia, El territorio, El independiente
De todos los tipos de sangre que existen el más requerido es el grupo O negativo porque es el donante universal, es decir, que puede transferirse a cualquier otra persona independientemente de su grupo y su Rh (positivo o negativo).
Los bancos de sangre y los hospitales llevan a cabo una atenta vigilancia de los tipos de sangre para que la sangre donada se adapte al tipo de sangre del receptor de la transfusión. El hecho de que una persona reciba un tipo de sangre inadecuada en una transfusión puede provocarle graves problemas de salud.
Es 30 veces más eficaz que otras técnicas.
Todas las muestras de sangre contienen los mismos componentes básicos (glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma), pero no todos tienen los mismos tipos de marcadores en la superficie de los glóbulos rojos. Estos marcadores, llamados antígenos, son azúcares que utiliza nuestro organismo para identificar a los glóbulos rojos. Estos influyen directamente en el rechazo o aceptación de la sangre tras una transfusión. Por esto, los expertos agrupan la sangre en cuatro grupos distintos en función de los marcadores que contiene: A, B, AB y O (también conocido como 0, ya que no tiene marcadores A ni B).
Algunas personas tienen un marcador adicional, llamado factor Rh, en la sangre. Este factor puede, o no, estar presente, por lo que también se clasifica la sangre como "positiva", si tiene el factor Rh, o "negativa", si no lo tiene. Esto da lugar a ocho posibles tipos de sangre: O positivo, O negativo, A positivo, A negativo, B positivo, B negativo, AB positivo y AB negativo.
Los científicos, liderados por el bioquímico Steve Withers, descubrieron que las enzimas extraídas del intestino (Escherichia coli) pueden convertir sangre de los grupos A, B y AB en el grupo O negativo. Estas enzimas, que forman parte del microbioma intestinal humano, son capaces de romper las moléculas de azúcar de los glóbulos rojos gracias a técnicas de metagenómica. De todos los sistemas intentados, esta es la forma más rápida y sencilla que se ha encontrado hasta el momento.
Withers, profesor del Departamento de Química y Bioquímica de la University of British Columbia, presentó sus conclusiones en una reunión de la American Chemical Society en agosto del 2018, donde aseguró que la técnica que han desarrollado es 30 veces más eficaz para retirar los antígenos de los glóbulos rojos que las utilizadas hasta ahora, lo que puede facilitar considerablemente el suministro de sangre y resultar especialmente útil en situaciones de emergencia y conflictos armados.
La "sangre universal", más cerca que nunca.
Como los intestinos están revestidos con glicoproteínas que contienen estructuras de azúcar, incluidos los antígenos A y B, algunas bacterias intestinales han desarrollado la capacidad de separar estos azúcares para alimentarse de ellos. “Al concentrarnos en las bacterias que se alimentan de esos azúcares, aislamos las enzimas que usan las bacterias usan para arrancar las moléculas de azúcar; luego produjimos cantidades de esas enzimas por medio de la clonación y descubrimos que eran capaces de realizar una acción similar con los antígenos sanguíneos”, explicó Withers.
Usando la técnica de metagenómica, Withers y su equipo analizaron 20,000 extractos fecales y lograron identificar la enzima que puede eliminar los antígenos con una eficiencia treinta veces mayor que las enzimas usadas en investigaciones anteriores. Esto implica que se necesita añadir muchas menos enzimas a la sangre para convertirla en tipo O, reduciendo en considerablemente el coste del proceso. En las primeras pruebas de laboratorio, la nueva enzima convirtió con éxito el 100% de la sangre de tipo A, B y AB en O.
Los pasos posteriores se centran en asegurarse que no se produzcan otros cambios en los glóbulos rojos durante el proceso de modificación, antes de que esa sangre tratada con enzimas se pueda usar en pacientes. Withers comentó que las pruebas de laboratorio les llevará otros dos años, y que los ensayos clínicos posteriores durarán al menos tres años más.
“Una vez superadas las pruebas de seguridad, esta tecnología debería incorporarse con bastante facilidad a la corriente de procesamiento de sangre actual, proporcionando un acceso más amplio a la sangre de tipo O cuando sea necesario”, aseguró. El especialista estimó que el procedimiento que se va a seguir será introducir la enzima en la sangre donada y almacenarla para luego que pueda ser usada cuando sea necesaria.
Una gran ventaja, según los descubridores, es que este tipo de enzima intestinal funciona con sangre completa, de modo que puede convertir la sangre tomada de los donantes en grupo O negativa de forma mucho más rápida que si se ha de descomponer la sangre para aislar sus componentes.
“Se trata de un descubrimiento muy atractivo y de gran potencial si se cumplen las expectativas, porque bastaría añadir esa enzima a las bolsas de sangre para poder transfundirlas a cualquier persona, sin preocuparse de su grupo sanguíneo, pero no hay que olvidar que se trata de un ensayo in vitro y habrá que esperar a ver si funciona cuando se pruebe en humanos”, reflexiona Miquel Lozano, jefe de la sección de Hemoterapia del hospital Clínic de Barcelona.
Fuente: La vanguardia, El territorio, El independiente
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