En el centro de la Nebulosa de Orión, el viento estelar de Or1 Ori C forma una burbuja e interrumpe el nacimiento de estrellas en su vecindario. Al mismo tiempo, empuja el gas molecular a los bordes de la burbuja, creando nuevas regiones de material denso donde podrían formarse futuras estrellas.
La Nebulosa de Orión es uno de los objetos mejor observados y fotografiados en el cielo nocturno. Es el vivero estelar más cercano a la Tierra y ayuda a los científicos a explorar cómo se forman las estrellas. Un velo de gas y polvo hace que esta nebulosa sea extremadamente hermosa, pero también envuelve todo el proceso de nacimiento de estrellas.
La Nebulosa de Orión es uno de los objetos mejor observados y fotografiados en el cielo nocturno. Es el vivero estelar más cercano a la Tierra y ayuda a los científicos a explorar cómo se forman las estrellas. Un velo de gas y polvo hace que esta nebulosa sea extremadamente hermosa, pero también envuelve todo el proceso de nacimiento de estrellas.
Afortunadamente, la luz infrarroja puede atravesar este velo nublado, lo que permite que observatorios especializados como SOFIA revelen muchos de los secretos de formación estelar que, de lo contrario, permanecerían ocultos, informa la NASA.
En el corazón de la nebulosa se encuentra un pequeño grupo de estrellas jóvenes, masivas y luminosas. Las observaciones de un instrumento de SOFIA, el GREAT (German Receiver for Astronomy at Terahertz Frequencies) han revelado, por primera vez, que el fuerte viento estelar de la más brillante de estas estrellas bebé, denominada Theta1 Orionis C, ha barrido una gran capa de material de la nube donde se formó esta estrella, como un quitanieve que despeja una calle empujando la nieve hacia los bordes de la carretera.
"El viento es responsable de hacer estallar una enorme burbuja alrededor de las estrellas centrales", explicó Cornelia Pabst, estudiante de la Universidad de Leiden en los Países Bajos y el autor principal del estudio. "Interrumpe la nube natal y evita el nacimiento de nuevas estrellas". Los astrónomos usan la firma espectral del carbono ionizado para determinar la velocidad del gas en todas las posiciones a través de la nebulosa y estudiar las interacciones entre las estrellas masivas y las nubes donde nacieron. La señal es tan fuerte que revela detalles y matices críticos de las guarderías estelares que de otra manera están ocultas. Pero esta señal solo puede detectarse con instrumentos especializados, como GREAT, que pueden estudiar la luz infrarroja lejana.
Estos efectos de retroalimentación regulan las condiciones físicas de la nebulosa, influyen en la actividad de formación de estrellas y, en última instancia, impulsan la evolución del medio interestelar, el espacio entre estrellas llenas de gas y polvo. Comprender cómo interactúa la formación de estrellas con el medio interestelar es clave para entender los orígenes de las estrellas que vemos hoy y las que se pueden formar en el futuro.
Fuente: Europa Press
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