BUSCANDO DESPERTAR DEL COMA


No se descarta la posibilidad de que al menos el 40% de las personas que se encuentran en estado vegetativo pueden estar conscientes y podrían reaccionar a nuevos tratamientos médicos.

El neurocientífico Leandro Sanz, trabaja en uno de los centros de investigación líderes en el mundo en el estudio de pacientes con estados alterados de conciencia; con un claro objetivo: mejorar la atención médica de los pacientes en coma, en estado vegetativo y en estados de mínima conciencia. Sanz, junto a sus compañeros de la Universidad de Lieja, en Bélgica, a la que pertenece este centro, estudia el uso de un fármaco llamado apomorfina, un derivado sintético de la morfina que se usa en investigación y en pacientes con párkinson. Esto podría fomentar la recuperación de los pacientes que se encuentran en estado vegetativo y en estado de mínina conciencia.

La llegada al coma comienza con una lesión cerebral grave en el paciente, que puede ser el resultado de un traumatismo craneal, un paro cardíaco o una hemorragia cerebral.
Los pacientes suelen pasar por una fase inicial y temporal de coma, en la que el cuerpo mantiene las funciones vitales pero sin signos de conciencia visibles y los ojos permanecen cerrados. Algunos de estos pacientes tendrán daños cerebrales demasiado importantes para recuperarse y progresarán a la muerte cerebral, ya sea espontáneamente o (lo más frecuente) por el retiro intencional del soporte vital en cuidados intensivos", explica Sanz. La muerte cerebral no tiene vuelta atrás pero existen diversos casos de personas que han despertado del coma a pesar de la cantidad de años que han estado en este estado.

Dentro del porcentaje que sobrevive, hay algunos afortunados que van recuperando la conciencia, van progresando y finalmente se recuperan, otros que pasarán a lo que se denomina síndrome de enclaustramiento (personas que están paralizadas, pero que tienen sus funciones cognitivas intactas) y hay otro subgrupo de pacientes que salen del coma pero entran dentro de lo que se llama un estado de conciencia alterado. Dentro de este último grupo, un porcentaje de ellos restaurarán sus ciclos básicos de sueño-vigilia y apertura de ojos sin signos de conciencia, es decir, que pasarán a un estado que se conoce como estado vegetativo.
 

Los científicos aseguran que determinar el nivel de conciencia es extremadamente importante, fundamentalmente porque el pronóstico varía mucho. En 2006, se dió un caso impactante de una paciente que llevaba cinco en estado vegetativo tras un accidente de tráfico. Sus médicos pensaban que no presentaba conciencia alguna hasta que un estudio reveló, gracias a la utilización de escáneres cerebrales, que estaba entendiendo perfectamente todas las peticiones que le estaban haciendo sus cuidadores. En el experimento, los especialistas hablaban con ella y le pedían que se imaginara jugando al tenis o caminando por su casa. Gracias a la técnica de resonancia magnética, los científicos comprobaron que era capaz de visualizar estas órdenes.  

Independientemente de estos avances, hoy en día el diagnóstico tampoco es fácil. El principal problema es que no todos los hospitales y clínicas cuentan con dispositivos de neuroimagen avanzados, que son clave junto con una evaluación muy metódica del paciente, para acertar con el diagnóstico.

Toda esta precisión respecto al diagnóstico es necesaria para conocer el punto exacto de consciencia del paciente y optar por ofrecerle nuevos fármacos con los que se está investigando. Por ejemplo, la apomorfina, un fármaco con el que Sanz y su equipo están obteniendo resultados muy positivos. "Durante los 30 días previos al tratamiento, durante los cuales el paciente acude al hospital universitario de Lieja para someterse a una evaluación, lo que hacemos es observar el estado inicial y la evolución del enfermo. A continuación, tratamos al paciente con apomorfina durante 30 días con un seguimiento minucioso de su nivel clínico de conciencia, a través del electroencefalograma, y observamos posibles efectos secundarios. Después de esta fase, el paciente regresa a Lieja para repetir el examen de neuroimagen, comparando la actividad cerebral antes y después del tratamiento, y volvemos a observarle durante otros 30 días después del final para identificar sus efectos. A los 6, 12 y 24 meses después del tratamiento se vuelve a hacer un seguimiento, ya a distancia, mediante entrevista telefónica con unas preguntas estandarizas sobre su estado", relata el neurocientífico.

Los resultados en los tres primeros pacientes tratados han sido muy satisfactorios, ya que mostraron una mejoría general en todas las pruebas que se les hicieron de neuroimagen y neurofisiológicas. Uno de los participantes, que no podía comunicarse de ninguna manera al inicio del tratamiento, podía mover sus manos en respuesta a unas órdenes determinadas. Otro comenzó a girar la cabeza cuando se le llamaba por su nombre, mientras que un tercero fue capaz de responder a las preguntas con un "sí" o un "no", vestirse y afeitarse con ayuda. El equipo del hospital universitario de Lieja sigue investigando con este fármaco, pero también con otros como el zolpidem, que ha mostrado un efecto positivo, aunque pasajero, en una pequeña proporción de pacientes tratados después de una sola dosis. La amantadina, con una acción similar a la apomorfina, también está en la lista, así como otras técnicas terapéuticas como la estimulación cerebral no invasiva mediante dispositivos eléctricos o magnéticos. 


Sobre si merece la pena por si los pacientes no estarán demasiado deteriorados como para disfrutar una mínima calidad de vida, Sanz dice que cada paciente es único y la recuperación puede ser muy difícil de predecir con precisión, debido a la multitud de factores que intervienen. Dicho esto, los pacientes que despiertan a menudo pasan por una fase inicial de estado de confusión, con varias alteraciones cognitivas como un déficit de memoria o de atención, así como limitaciones físicas como la parálisis. Con la ayuda de la terapia neuropsicológica, la logopedia y la fisioterapia, estos déficits pueden ser superados lentamente, además de que los pacientes también encuentran ellos mismos técnicas para afrontar su nueva vida y ser capaces de funcionar en la rutina diaria con su discapacidad. "Algunas de estas personas han sido capaces de volver a tener una vida normal y regresar al trabajo, mientras que otras han despertado pero necesitarán asistencia de familiares o profesionales de la salud durante toda su vida. No creo que debamos ser nosotros desde el exterior quienes juzguemos su calidad de vida, ya que cada individuo tiene su propia escala de calidad de vida, lo que él mismo considera aceptable".
Fuentes: EL PAÍS

Comentarios