Los seres humanos, estamos formados por una red de tuberías que está formada por conductos de distintos calibres ordenados de mayor a menor tamaño. Estos conductos, que son venas, arterias, arteriolas, vénulas y finalmente capilares, se van ramificando por todo el cuerpo creando esta red transportando la sangre a todas las células del organismo.
El mayor problema de estas estructuras es que son muy difíciles de crear de forma artificial. Según los científicos de esta investigación declaran que, las plantas y los animales utilizan estructuras vasculares muy similares. Para el estudio del sistema circulatorio de las hojas lo que hicieron fue aplicar un potente detergente capaz de degradar la parte blanca de las hojas.
Cuando esta parte blanca desaparece queda únicamente una estructura, principalmente formada por celulosa, una sustancia que no es nos dañina en los seres humanos y que mantiene intacto el sistema circulatorio de las hojas.
Lo siguiente que hicieron fue cultivar células musculares cardíacas humanas en el interior de estas hojas, y cinco días después lograron que latieran. Incluso varias lograron sobrevivir hasta tres semanas y para observar mejor el funcionamiento inyectaron tinte rojo para simular la circulación de la sangre en las hojas translúcidas. Además añadieron también una simulación de glóbulos rojos, que eran unas esferas de 10 micrómetros de diámetro, para ver que efectivamente podían fluir por los vasos de la planta.
Los científicos han probado también con otro tipo de plantas como el perejil y las raíces de los cacahuetes, pero han llegado a la conclusión de que las hojas de espinacas son las más apropiadas para un tejido muy vascularizado, como el cardíaco, mientras que la Impatiens Capensis parece ser la mejor para un injerto arterial. En cambio, las columnas de vasos de la madera podrían ser útiles para fabricar huesos artificiales gracias a la resistencia y geometría de sus estructuras.
Actualmente los científicos están comprobando que un andamio de estas características no sea rechazados por el organismo, después de ser insertados. Otra de las cosas en las que están trabajando es en intentar aumentar el grosor de las hojas, para tratar de imitar el tamaño de la pared del corazón y así diseñar un posible tratamiento contra infartos.
En un futuro tratarán de aprovechar plantas como el brócoli o las coliflores para emular el tejido esponjoso de los pulmones.
Lo siguiente que hicieron fue cultivar células musculares cardíacas humanas en el interior de estas hojas, y cinco días después lograron que latieran. Incluso varias lograron sobrevivir hasta tres semanas y para observar mejor el funcionamiento inyectaron tinte rojo para simular la circulación de la sangre en las hojas translúcidas. Además añadieron también una simulación de glóbulos rojos, que eran unas esferas de 10 micrómetros de diámetro, para ver que efectivamente podían fluir por los vasos de la planta.
Los científicos han probado también con otro tipo de plantas como el perejil y las raíces de los cacahuetes, pero han llegado a la conclusión de que las hojas de espinacas son las más apropiadas para un tejido muy vascularizado, como el cardíaco, mientras que la Impatiens Capensis parece ser la mejor para un injerto arterial. En cambio, las columnas de vasos de la madera podrían ser útiles para fabricar huesos artificiales gracias a la resistencia y geometría de sus estructuras.
Actualmente los científicos están comprobando que un andamio de estas características no sea rechazados por el organismo, después de ser insertados. Otra de las cosas en las que están trabajando es en intentar aumentar el grosor de las hojas, para tratar de imitar el tamaño de la pared del corazón y así diseñar un posible tratamiento contra infartos.
En un futuro tratarán de aprovechar plantas como el brócoli o las coliflores para emular el tejido esponjoso de los pulmones.
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