En una hebra de ADN humano existen alrededor de 3.000 millones de letras, lo que es equivalente a 23.000 genes. En el ADN almacenamos la información que utilizamos para las funciones y el desarrollo de todas las partes de nuestro cuerpo y su función principal es la de retener y almacenar información a largo plazo.
Si nos planteamos si podríamos usar el ADN para almacenar información como en un disco duro, la respuesta seria que si. Cada célula excepto los glóbulos rojos, contiene una secuencia de 2 metros de longitud con más de 3 millones de letras.
Para demostrar dicha capacidad de almacenamiento del ADN, un equipo dirigido por George Church de la Facultad de Medicina de Harvard tradujo en forma de ADN un libro de 53.000 palabras y 11 imágenes. El equipo codificó el libro en sistema binario, usando las bases A o C para representar el 0, y G o T para representar un 1. Pues bien, el ADN del libro así traducido era del tamaño del ADN de una bacteria típica. A partir de entonces, por división celular, se han creado ya 70.000 millones de copias del libro: diez por cada hombre, mujer o niño que hay sobre la Tierra. Y todas ellas cabrían en una sola gota de agua.
Más recientemente, un equipo de científicos del Instituto Charles Sadron de Estrasburgo y de la Universidad de Marsella lograron codificar información digital en ADN sintético. Para leer la información grabada en este ADN artificial solo hace falta secuenciarlo mediante, por ejemplo, un espectrómetro de masas. El ADN, además, puede preservarse durante mucho tiempo: las muestras más antiguas encontradas hasta el momento corresponden a plantas, mamuts y otros animales siberianos de hace 400.000 años.
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