OSTEOCLASTOS, POSIBLES CAUSANTES DE LA ARTRITIS REUMATOIDE

Investigadores de la Universidad de Osaka (Japón) han descubierto un tipo de célula que causa la artritis reumatoide, hasta ahora desconocida dentro de las articulaciones artríticas que algún día podría ser un objetivo para nuevos tratamientos. La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica, de naturaleza autoinmune, caracterizada por la afectación simétrica de múltiples articulaciones y la presentación de diversos síntomas generales inespecíficos y manifestaciones extraarticulares. La AR es mucho más frecuente en el sexo femenino que en el masculino y suele aparecer en personas adultas mayores, pero puede iniciarse en cualquier etapa de la vida y afectar a cualquier persona, con independencia de la raza, la edad y la ocupación. 1 de cada 30 personas sufre de Artritis Reumatoide. La AR se manifiesta típicamente por dolor, tumefacción y rigidez o dificultad de movimiento en diversas articulaciones pequeñas y grandes. La artritis reumatoide (AR) es un padecimiento autoinmune, es decir, que se produce cuando el sistema inmunitario ataca por error los tejidos del cuerpo.

Existe la necesidad de tratamientos, ya que las terapias actuales solo alivian los síntomas o, en el mejor de los casos, ralentizan la enfermedad. Hay dos principales culpables celulares que contribuyen a la AR. Las primeras son las células inmunes, que liberan sustancias químicas inflamatorias alrededor del tejido de las articulaciones afectadas.

El segundo son los osteoclastos, células especializadas que secretan ácidos y enzimas para descomponer los huesos. Los osteoclastos normalmente ayudan a remodelar el hueso sano, pero en la AR su capacidad de disolución ósea se acelera y daña las articulaciones. "Las terapias dirigidas a los osteoclastos son limitadas, en gran parte porque no sabemos lo suficiente sobre los osteoclastos involucrados en la AR", comenta Masaru Ishii, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Osaka y autor correspondiente del estudio.

Los osteoclastos se encuentran a lo largo de la superficie del hueso debajo de las capas de cartílago y tejido. Esto los hace difíciles de aislar en el laboratorio, incluso con modelos manejables como los ratones. Para recoger las células, el grupo de investigación tuvo que desarrollar una técnica quirúrgica que les permitiera extraer osteoclastos de los fémures de ratones con artritis reumatoide. Con los osteoclastos, pudieron reunir nuevas ideas sobre la AR. "Investigamos con precisión cómo se desarrollan los osteoclastos inductores de artritis a partir de sus células precursoras indiferenciadas", explica Tetsuo Hasegawa, autor principal del estudio. "Si bien los osteoclastos normales se derivan de células madre en la médula ósea, descubrimos que los osteoclastos involucrados en la AR provienen de precursores transmitidos por la sangre; prosigue ''los precursores circulantes ingresan a la articulación y se diferencian en un subtipo único de osteoclastos, que son más grandes y tienen marcadores distintos que no se ven en otros osteoclastos".

Las células recién descubiertas, llamadas "atoM" (Macrófagos Osteoclastogénicos asociados a la AR, por sus siglas en inglés), tienen propiedades que podrían ser utilizadas y empleadas en la búsqueda de nuevos tratamientos. En un ejemplo destacado por el estudio, los investigadores encontraron que los AtoM tienen altos niveles de una proteína (llamada FoxM1; hallada también en cantidades significativas en el cáncer de mama de tipo basal) que se sabe que hace que las células invadan un tejido cercano. Los investigadores se fijaron en que al deshacerse de esta proteína distintiva, dividiendo el AtoM, tal vez podrían calmar sus tendencias artríticas. De hecho, lo que encontraron fue que cuando FoxM1 fue alterado química o genéticamente en AtoMs, los ratones con AR mostraron una reducción de la destrucción ósea en sus articulaciones.

Los hallazgos de estos investigadores sugieren que los osteoclastos están involucrados en la AR, y que tienen muchas propiedades que los hacen cumplir muchas condiciones necesarias para que se de la AR. A pesar de todo, aún se necesita aprender y conocer mucho sobre este tipo de células, sin embargo este descubrimiento ha abierto muchas puertas para una posible solución o un posible tratamiento.

Fuentes: LA RAZÓN, 20MINUTOS

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