Las condiciones extremas y el alto grado de aislamiento de la Antártida suponen fuertes barreras, tanto físicas como geográficas, para la llegada de nuevos organismos al continente blanco. Sin embargo, el calentamiento global y la actividad humana en la región están debilitando estas barreras y permitiendo la llegada de especies invasoras. Distintas especies de mosquito que han sido capaces de adaptarse al medio helado han sido detectadas por un grupo de investigadores españoles. Esta llegada de nuevas especies invasoras puede estar provocada por el incremento constante de las temperaturas y la presencia humana en la región.
Entre ellas se encuentra Eretmoptera murphyi, un “mosquito sin alas” que fue introducido en la base inglesa de Signy (en el archipiélago Orcadas del Sur), y que lleva ya casi 60 años adaptándose al medio antártico para colonizarlo progresivamente. A día hoy esta especie alcanza grandes densidades en esta isla antártica convirtiéndose en “una máquina transformadora del medio”, según un estudio realizado por españoles y publicado en la revista Journal of Biogeography.
Tal vez se pueda pensar que debido a su diminuto tamaño su introducción tiene poco impacto en el ecosistema, lo cierto es que precisamente esta característica hace muy difícil su erradicación, por lo que las medidas actuales de protección ambiental se limitan a evitar su expansión.
En estas tareas se halla inmerso un grupo multidisciplinar de investigadores españoles de la Universidad Complutense de Madrid, el Museo Nacional de Ciencias Naturales MNCN-CSIC (proyecto NICHEAPPS) y la Universidad Rey Juan Carlos (proyecto ANTECO) junto con colaboradores ingleses y australianos.
Los investigadores apuntan que el estudio de la ecofisiología del organismo nos permite realizar modelos predictivos de su posible expansión geográfica con el fin de establecer medidas de cuarentena así como predecir futuros procesos de invasión.
Es importante que este proceso sea frenado ya que las consecuencias de los efectos del cambio climático presentan gran facilidad para que estas especies invasoras no nativas dañen la vida autóctona de zonas como la Antártida.
En la próxima campaña antártica, los científicos españoles se desplazarán a la Isla Rey Jorge para estudiar, en colaboración con el programa polar uruguayo, la reciente presencia de otro mosquito invasor, Trichocera maculipennii, que también amenaza los ecosistemas terrestres.
En estas tareas se halla inmerso un grupo multidisciplinar de investigadores españoles de la Universidad Complutense de Madrid, el Museo Nacional de Ciencias Naturales MNCN-CSIC (proyecto NICHEAPPS) y la Universidad Rey Juan Carlos (proyecto ANTECO) junto con colaboradores ingleses y australianos.
Los investigadores apuntan que el estudio de la ecofisiología del organismo nos permite realizar modelos predictivos de su posible expansión geográfica con el fin de establecer medidas de cuarentena así como predecir futuros procesos de invasión.
Es importante que este proceso sea frenado ya que las consecuencias de los efectos del cambio climático presentan gran facilidad para que estas especies invasoras no nativas dañen la vida autóctona de zonas como la Antártida.
En la próxima campaña antártica, los científicos españoles se desplazarán a la Isla Rey Jorge para estudiar, en colaboración con el programa polar uruguayo, la reciente presencia de otro mosquito invasor, Trichocera maculipennii, que también amenaza los ecosistemas terrestres.
Fuente: El Español
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