Cuevas paleolíticas, grutas submarinas y minas abandonadas son un semillero para microorganismos que han sobrevivido a los cambios en su hábitat durante miles de años y que, hoy, pueden esconder la clave para la elaboración de antibióticos y antitumorales.
Su área de actuación se extiende a ocho cuevas y minas ubicadas en faja pirítica ibérica, en Andalucía occidental -próximas a Río Tinto, en Huelva-, y al Alentejo y el Algarve en territorio portugués.
Una iniciativa en la que especialistas de ambos lados de la frontera trabajan con equipos de última generación con un objetivo común: aumentar la farmacopea mundial y atajar enfermedades nuevas.
Se les denomina "villanas" y son las responsables de muchas enfermedades, ahora esas bacterias pueden mirarse como microorganismos con una extraordinaria capacidad de adaptación para crear autodefensas y sobrevivir en ambientes extremos. Esto las convierte en elementos clave para la búsqueda de tratamientos contra dolencias tumorales e infecciones.
Efe Cesáreo Sainz Jiménez
coordinador del proyecto en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla dice: "Se estudian minas y cuevas, consideradas de ambiente extremo, para encontrar bacterias que tengan un metabolismo distinto, que puedan dar lugar a la composición de antibióticos y antitumorales necesarios para ampliar el número limitado que existe en el mercado".La búsqueda se centra en "bacterias y hongos con capacidades de producir sustancias de interés tanto para la medicina como para el medio ambiente", continúa.
Y Clara Costa, del centro de Ciencias del Mar de la universidad del Algarve nos cuenta que, en grutas y minas abandonadas, por ejemplo, se desarrollan bacterias capaces de contribuir a la limpieza del agua contaminada.
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