
Se trata de la primera vez que se relaciona de forma directa la acción de esta bacteria con las mutaciones que conducen al cáncer. El hallazgo, abre la puerta a futuros desarrollos de métodos de detección precoz de la enfermedad, así como tratamientos personalizados preventivos con el fin de erradicar estas bacterias patógenas antes de que generen las mutaciones cancerígenas.
Investigaciones previas ya habían señalado esta cepa de E. coli como posible causante del cáncer colorrectal, pero se trataba de estudios de observación que no podían establecer si había o o una relación causal.
En el intestino humano habitan miles de billones de microorganismos, que conforman la microbiota intestinal, clave para la supervivencia humana. Si bien la mayoría de esos microbios son beneficiosos y realizan funciones esenciales, es el caso de Escherichia coli, una especie de bacterias frecuente en el intestino humano, la mayoría de cepas de la cual son comensales o simbióticas y producen vitaminas que los humanos no pueden sintetizar.

Para ello, investigadores liderados por Hans Clevr, desarrollaron organoides, réplicas diminutas del intestino creadas en el laboratorio a partir de células sanas del tejido epitelial del intestino. Durante cinco meses, lo expusieron a E. coli generadora de colibactina, al analizar el ADN de las células de los organoides, vieron que presentaban daños en su material genético. Ese daño seguía un patrón muy específico, como si la toxina hubiera impreso una huella única en el ADN celular.
A continuación, secuenciaron el genoma de 5.876 muestras de tumores de pacientes, y vieron que esa misma huella estaba presente en diversos tumores, aunque de manera más frecuente en los intestinales. Más del 5% de los cánceres colorrectales tenían elevados niveles de esa huella.
Fuente: LA VANGUARDIA, CÓRDOBA
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