La isla de Komodo, en Indonesia, es conocida por refugiar al lagarto más grande del planeta, el dragón de Komodo (Varanus komodoensis) , que está catalogado como "frágil" en la Lista Roja de especies amenazadas que hace y renueva periódicamente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Con el objetivo de que Charlie se pudiera reproducir, el pasado verano sus cuidadores le llevaron a Kadal, un macho con el que trataban que se apareara, pero ella no le prestaba ninguna atención, con lo que los expertos pensaron que habían fallado. No obstante, el pasado mes de septiembre Charlie asombró a todos teniendo numerosos huevos de los que nacieron tres crías: Onyx, Jasper y Flint.
Los encargados del zoológico no daban crédito sobre lo ocurrido. ¿Cómo era viable que las crías hubieran nacido de la nada? Con el fin de hallar una respuesta a esta cuestión los expertos decidieron examinar el ADN de los tres. Gracias a ello vieron que, efectivamente, el material genético de Kadal no se encontraba en el ADN de ninguna de las crías.
Charlie se había reproducido por partenogénesis, que es un tipo de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas. Concretamente, lo que sucede es que el óvulo se segmenta sin fecundar a causa de factores ambientales como podría ser la llegada de una concreta época del año en la que el nuevo individuo podrá crecer en buenas condiciones.
Se da con cierta frecuencia en platelmintos, rotíferos, tardígrados, crustáceos, insectos, anfibios y reptiles, menos común en peces y, excepcionalmente, en aves cuando no se dan las condiciones para que las hembra y los macho se reproduzcan. En reptiles, la partenogénesis es frecuente en geckos y varanos, una familia que entiende varias especies de grandes lagartos.
Que estos dragones en peligro de extinción tengan los medios de reproducirse de esta manera es una buena noticia ya que facilita las cosas a la especie. La única desventaja es que por medio de la partenogénesis las hembras de dragón de komodo sólo pueden dar a luz a los machos.
Para comprenderlo cabe entender primero cómo se denomina el sexo de la descendencia en el caso de los humanos, puesto que algo muy parecido ocurre con los dragones de komodo. Así, en la especie humana, cuando una célula sexual femenina (óvulo) se encuentra con una masculina (espermatozoide), las dos con 23 cromosomas, se forma in zigoto con 46 cromosomas.
Entre ellos se hallan los cromosomas X e Y, cada uno proporcionado por un progenitor, que son los que decretarán el género de la descendencia. En nuestro caso, los embriones femeninos son del tipo XX y los masculinos del tipo XY. En reptiles, por otro lado, las hembras presentan la combinación WZ y los machos ZZ.
Cuando ocurre la partenogénesis, el cromosoma que proporciona la hembra se repite para dar lugar a un zigoto entero, ya que no hay aporte del macho, de modo que únicamente se puede lograr embriones con las combinaciones ZZ y WW. La primera de las cuales pertenece a los machos y la segunda no es factible, por lo que, en este caso, no es viable dar a luz a hembras.
Fuente: La Vanguardia
Con el objetivo de que Charlie se pudiera reproducir, el pasado verano sus cuidadores le llevaron a Kadal, un macho con el que trataban que se apareara, pero ella no le prestaba ninguna atención, con lo que los expertos pensaron que habían fallado. No obstante, el pasado mes de septiembre Charlie asombró a todos teniendo numerosos huevos de los que nacieron tres crías: Onyx, Jasper y Flint.
Los encargados del zoológico no daban crédito sobre lo ocurrido. ¿Cómo era viable que las crías hubieran nacido de la nada? Con el fin de hallar una respuesta a esta cuestión los expertos decidieron examinar el ADN de los tres. Gracias a ello vieron que, efectivamente, el material genético de Kadal no se encontraba en el ADN de ninguna de las crías.
Charlie se había reproducido por partenogénesis, que es un tipo de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas. Concretamente, lo que sucede es que el óvulo se segmenta sin fecundar a causa de factores ambientales como podría ser la llegada de una concreta época del año en la que el nuevo individuo podrá crecer en buenas condiciones.
Se da con cierta frecuencia en platelmintos, rotíferos, tardígrados, crustáceos, insectos, anfibios y reptiles, menos común en peces y, excepcionalmente, en aves cuando no se dan las condiciones para que las hembra y los macho se reproduzcan. En reptiles, la partenogénesis es frecuente en geckos y varanos, una familia que entiende varias especies de grandes lagartos.
Que estos dragones en peligro de extinción tengan los medios de reproducirse de esta manera es una buena noticia ya que facilita las cosas a la especie. La única desventaja es que por medio de la partenogénesis las hembras de dragón de komodo sólo pueden dar a luz a los machos.
Para comprenderlo cabe entender primero cómo se denomina el sexo de la descendencia en el caso de los humanos, puesto que algo muy parecido ocurre con los dragones de komodo. Así, en la especie humana, cuando una célula sexual femenina (óvulo) se encuentra con una masculina (espermatozoide), las dos con 23 cromosomas, se forma in zigoto con 46 cromosomas.
Entre ellos se hallan los cromosomas X e Y, cada uno proporcionado por un progenitor, que son los que decretarán el género de la descendencia. En nuestro caso, los embriones femeninos son del tipo XX y los masculinos del tipo XY. En reptiles, por otro lado, las hembras presentan la combinación WZ y los machos ZZ.
Cuando ocurre la partenogénesis, el cromosoma que proporciona la hembra se repite para dar lugar a un zigoto entero, ya que no hay aporte del macho, de modo que únicamente se puede lograr embriones con las combinaciones ZZ y WW. La primera de las cuales pertenece a los machos y la segunda no es factible, por lo que, en este caso, no es viable dar a luz a hembras.
Fuente: La Vanguardia
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