Una hembra de dragón verde (Physignathus cocincinus) permaneció varios años aislada de los machos de su especie en un zoo norteamericano. A pesar de esto, este animal comenzó a poner huevos fértiles, de los cuales eclosionaron crías vivas, aunque tan solo una de ellas ha sobrevivido. Esta es la primera vez que se registra un caso de reproducción por partenogénesis en esta especie de reptil en todo el mundo.
Un equipo de científicos del Smithsonian Conservation Biology Institute (SCBI) en EE UU ha descubierto que las hembras de esta especie de reptil pueden tener crías a partir de partenogénesis, es decir con el desarrollo (por división reiterada) de células sexuales femeninas sin fecundación por parte del macho.
En las hembras de pitón, de tiburón de cabeza de pala, de dragón de Komodo o incluso de ciertas aves como el pavo silvestre (Meleagris gallopavo) o el gallo (Gallus gallus), entre otros animales, ya se había producido este tipo de reproducción, pero es la primera vez que se registra en el dragón verde y de la familia de los agámidos, que incluye unas 400 especies de reptiles de varios continentes.
El estudio, publicado recientemente en la revista PLoS ONE, se centra en una hembra que, después de nacer en 2006 en el Zoo de St. Louis, llegó con cuatro meses al Smithsonian’s National Zoo en Washington (EE UU). El animal pasó varios años aislado o solo con otras hembras hasta alcanzar su madurez sexual.
En 2009, la hembra empezó a poner huevos a pesar de no haber estado nunca en contacto con individuos macho de su propia especie. Hasta 2015, estos huevos fueron desechados automáticamente porque se pensaba que no estaban fecundados. Sin embargo, cuando los cuidadores empezaron a incubarlos para un proyecto de investigación sobre la fertilidad de los reptiles, se llevaron una gran sorpresa.
La incubación reveló que algunos de estos huevos contenían embriones completamente desarrollados, pero que habían muerto en el interior de la cáscara. En las siguientes puestas los resultados se repitieron hasta que en agosto de 2016 nació la primera cría viva.
"Tomamos una muestra de ADN de su mejilla y lo enviamos a nuestro laboratorio de genómica para que lo analizaran”, cuenta Kyle Miller, cuidador en el Reptile Discovery Center del zoo estadounidense y primer autor del trabajo.
Los resultados del análisis de la madre y de la cría confirmaron la partenogénesis. La cría no era genéticamente idéntica a su madre porque solo tenía una de sus dos copias genéticas, y solo poseía uno de los alelos presentes en el genotipo de la madre.
“Si se hubiera producido la fusión entre óvulos y espermatozoides, la descendencia tendría dos alelos. Nos quedó muy claro que los huevos de la madre se desarrollaban y se convertían directamente en descendencia sin la ayuda de un macho”, señala Robert Fleischer, director del Center for Conservation Genomics y coautor de la investigación.
“Aún no sabemos con certeza por qué los huevos fértiles tienen una tasa tan baja de éxito y no llegan a término, pero podemos especular que debido a que heredaron una copia de cada alelo de su madre, algunas de ellas pudieron ser perjudiciales o letales”, añade Fleischer.
Aunque cada individuo puede tener mutaciones en su ADN, por lo general son recesivas, así que solo serán problemáticas para aquellos individuos que tengan ambos alelos con mutación o para los que nacen por partenogénesis. “Ese alelo recesivo expresado podría causar la muerte del animal”, concluye el investigador.
Un equipo de científicos del Smithsonian Conservation Biology Institute (SCBI) en EE UU ha descubierto que las hembras de esta especie de reptil pueden tener crías a partir de partenogénesis, es decir con el desarrollo (por división reiterada) de células sexuales femeninas sin fecundación por parte del macho.
En las hembras de pitón, de tiburón de cabeza de pala, de dragón de Komodo o incluso de ciertas aves como el pavo silvestre (Meleagris gallopavo) o el gallo (Gallus gallus), entre otros animales, ya se había producido este tipo de reproducción, pero es la primera vez que se registra en el dragón verde y de la familia de los agámidos, que incluye unas 400 especies de reptiles de varios continentes.
El estudio, publicado recientemente en la revista PLoS ONE, se centra en una hembra que, después de nacer en 2006 en el Zoo de St. Louis, llegó con cuatro meses al Smithsonian’s National Zoo en Washington (EE UU). El animal pasó varios años aislado o solo con otras hembras hasta alcanzar su madurez sexual.
En 2009, la hembra empezó a poner huevos a pesar de no haber estado nunca en contacto con individuos macho de su propia especie. Hasta 2015, estos huevos fueron desechados automáticamente porque se pensaba que no estaban fecundados. Sin embargo, cuando los cuidadores empezaron a incubarlos para un proyecto de investigación sobre la fertilidad de los reptiles, se llevaron una gran sorpresa.
La incubación reveló que algunos de estos huevos contenían embriones completamente desarrollados, pero que habían muerto en el interior de la cáscara. En las siguientes puestas los resultados se repitieron hasta que en agosto de 2016 nació la primera cría viva.
“Si se hubiera producido la fusión entre óvulos y espermatozoides, la descendencia tendría dos alelos. Nos quedó muy claro que los huevos de la madre se desarrollaban y se convertían directamente en descendencia sin la ayuda de un macho”, señala Robert Fleischer, director del Center for Conservation Genomics y coautor de la investigación.
Aunque cada individuo puede tener mutaciones en su ADN, por lo general son recesivas, así que solo serán problemáticas para aquellos individuos que tengan ambos alelos con mutación o para los que nacen por partenogénesis. “Ese alelo recesivo expresado podría causar la muerte del animal”, concluye el investigador.
Fuente: Agencia Sinc
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