Un equipo internacional de de astrónomos, a través del Telescopio Espacial Hubble, ha conseguido detectar las emisiones más energéticas jamás vistas en el Universo.
Emanan de los cuásares y atraviesan el espacio interesterlar como auténticos tsunamis, causando estragos en las galaxias en las que habitan.
Los cuásares emiten unas cantidades excepcionalmente altas de energía. Se trata de galaxias muy activas que contienen agujeros negros supermasivos que se están alimentando de grandes cantidades de materia, lo que les hace brillar hasta mil veces más que las galaxias a las que pertenecen.
Esos agujeros negros devoran todo lo que se pone a su alcance y al mismo tiempo se van rodeando de un gas muy caliente que emite una radiación intensa que origina el cuásar. Los vientos que se crean por la presión de radiación impulsan ese material lejos de los centros galácticos, en forma de chorros que surgen de sus polos y que aceleran a velocidades relativistas, es decir, fracciones significativas de la de la luz.
"Durante su vida útil de cerca de diez millones de años, estos chorros producen un millón de veces más energía que una explosión de rayos gamma. Esos vientos impulsan cientos de masas solares de material cada año. Y la cantidad de energía mecánica que transportan es hasta varios cientos de veces mayor que la luminosidad que genera toda la Vía Láctea", explica Nahum Arav, investigador principal de los trabajos.
Esos enormes chorros de materia barren con violencia todo el disco galáctico son impulsados por los vientos del cuásar, llevándose los materiales que de otra manera habrían servido para formar nuevas estrellas. De esta forma, las galaxias que sufren estos tsunamis dejan de formar nuevos soles. Además, los científicos han descubierto que la radiación es capaz de empujar el gas y el polvo a distancias mucho mayores de lo que se pensaba, afectando a las desdichadas galaxias en su totalidad.
Emanan de los cuásares y atraviesan el espacio interesterlar como auténticos tsunamis, causando estragos en las galaxias en las que habitan.
Los cuásares emiten unas cantidades excepcionalmente altas de energía. Se trata de galaxias muy activas que contienen agujeros negros supermasivos que se están alimentando de grandes cantidades de materia, lo que les hace brillar hasta mil veces más que las galaxias a las que pertenecen.
Esos agujeros negros devoran todo lo que se pone a su alcance y al mismo tiempo se van rodeando de un gas muy caliente que emite una radiación intensa que origina el cuásar. Los vientos que se crean por la presión de radiación impulsan ese material lejos de los centros galácticos, en forma de chorros que surgen de sus polos y que aceleran a velocidades relativistas, es decir, fracciones significativas de la de la luz.
"Durante su vida útil de cerca de diez millones de años, estos chorros producen un millón de veces más energía que una explosión de rayos gamma. Esos vientos impulsan cientos de masas solares de material cada año. Y la cantidad de energía mecánica que transportan es hasta varios cientos de veces mayor que la luminosidad que genera toda la Vía Láctea", explica Nahum Arav, investigador principal de los trabajos.
Fuente: ABC
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