EL PEZ QUE INCUBA HUEVOS EN SU BOCA

 En el reino animal hay diversas formas de reproducción. Los animales marinos que ponen huevos y viven en aguas profundas, en concreto la especie de los Parazen pacificus, se reproducen de una forma bastante curiosa. 

Este pez es capáz de incubar hasta más de 500 huevos en el interior de su boca. Los científicos los llaman "incubadores bucales" y forman un grupo del 2% de todas las especies de peces. Las otras especies de peces desovan por difusión, es decir, las corrientes marinas son las que hacen que los óvulos de las hembras y el esperma de los machos se junten y formen un embrión. Esos huevos fertilizados darán un nuevo pez si no se lo come antes ninguna otra especie.

Esto es una muy buena estrategia porque hay muchos depredadores que pueden llegar a comerse los huevos fecundados, por eso esta especie de pez guarda sus huevos fecundados en el interior de su boca, haciendo asi que los peces tengan más probabilidad de que sobrevivan.

Los científicos descubrieron esto cuándo estaban estudiando las branquias de estos peces. Vieron que en el interior de la boca de este pez había muchos huevos. Tras ver esto tomaron una tomografía computarizada (es una especie de radiografía tomada desde distintos ángulos para poder ver mejor la zona) y esto les permitió contar unos 530 embriones en desarrollo.

Los investigadores dicen que la estrategia que tienen estos peces les supone un gran gasto de energía porque es muy complicado comer con la boca llena y tienen muchas posibilidades de quedarse sin reservas. Tal y como afirman los expertos, el habitat de estos peces favorece la incubación bucal y protege a los huevos del ambiente tan expuesto en el que viven ya que son zonas muy arenosas y con pocos refugios ante los depredadores.

Este descubrimiento, aunque parezca muy simple en realidad es un gran hallazgo, ya que podemos suponer que en el fondo del océano hay muchas estrategias reproductivas, lo que nos lleva a entender la evolución de los peces que viven en el fondo del océano.

Fuente: La Vanguardia

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