Las serpientes Rhabdophis, que en vez de producir su propio veneno lo toman prestado de su alimento, para almacenarlo en su propio cuerpo y paralizar el corazón de posibles depredadores.
Estas serpientes lucen unas glándulas en la piel, alrededor del cuello, donde almacenan bufadienólidos, una clase de esteroides letales que obtienen de los sapos, las serpientes doblan sus cuellos en una postura defensiva que sorprende a los depredadores con un bocado de toxinas.
Estas serpientes lucen unas glándulas en la piel, alrededor del cuello, donde almacenan bufadienólidos, una clase de esteroides letales que obtienen de los sapos, las serpientes doblan sus cuellos en una postura defensiva que sorprende a los depredadores con un bocado de toxinas.
Las serpientes obtienen sus toxinas de los sapos que devoran, pero han comprobado que no todos los miembros del género derivan su toxina defensiva de la misma fuente, algunos de ellos, han cambiado su dieta principal de sapos por las lombrices de tierra, como estas son inofensivas, las serpientes han añadido un postre que produce la misma clase de toxinas que los sapos: las larvas de luciérnagas.
Este es el primer caso de un depredador de vertebrados que cambia de una presa vertebrada a una presa invertebrada por la ventaja de obtener la misma toxina defensiva.
Los investigadores no saben qué es lo que ha provocado este cambio en la dieta, los cambios evolutivos como este ocurren en grupos de animales durante largos períodos de tiempo, son el resultado de la selección natural, en la que las especies que cambian a una dieta más favorable pueden reproducirse con más éxito y dejar más descendencia.
Dada la relación entre los sapos y las luciérnagas, el cambio en la dieta probablemente involucró una señal química compartida por sapos y luciérnagas; quizás las toxinas mismas, ambos son los únicos animales actualmente conocidos de sintetizar esta toxina.
FUENTE: ABC
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