Las nueve personas analizadas se infectaron en un mismo brote descubierto en Múnich el 27 de enero. El estudio no lo dice, pero por la fecha se trata de los primeros contagiados en Europa: un grupo de trabajadores de la empresa de productos automovilísticos Webasto que hicieron un curso de formación junto a una compañera china. De este mismo brote también salió el turista alemán de La Gomera que fue el primer caso confirmado en España. El seguimiento de los nueve pacientes, llevado a cabo por el médico Clemens Wendtner, muestra que el virus no solo se multiplica en los pulmones como el SARS de 2002, sino que también se replica de manera increíblemente activa en la garganta durante la primera semana con síntomas.
El equipo de Wendtner, del hospital de Schwabing-Múnich, ha analizado muestras de la garganta, de los pulmones, de los esputos, de las heces, de la orina y de la sangre de los pacientes para entender el comportamiento del nuevo coronavirus. En las personas con un cuadro leve, que fueron casi todas, los investigadores aislaron virus activos en la garganta y los pulmones solo hasta el día ocho tras el inicio de los síntomas. El pico de carga viral se alcanzó antes del día cinco. En el virus del SARS de 2002, ese pico, mil veces menor, se alcanzaba entre 7 y 10 días después del inicio de los síntomas. La diferencia es crucial, porque la potente y rápida excreción de virus en la garganta de personas con síntomas muy leves las convierte en bombas de relojería para la propagación de la enfermedad.
Los modelos matemáticos, alimentados con los patrones de movimiento de centenares de millones de chinos registrados por las empresas de telecomunicaciones, ya han revelado que hasta el 86% de los contagios al inicio de la pandemia se debieron a personas infectadas pero con síntomas leves o directamente indetectables. China, Corea del Sur y otros países asiáticos recomiendan el uso generalizado de mascarillas para evitar que estos portadores invisibles transmitan el virus. La OMS solo aconseja llevar mascarillas si se tienen tos o estornudos.

“Este estudio también trae buenas noticias: no han encontrado virus activos ni en la sangre ni en la orina ni en las heces”, señala Del Val, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid. Los análisis de sangre de los nueve pacientes muestran que la mitad de ellos presentaban anticuerpos contra el virus en el día siete y todos ellos lo hacían el día 14. Sin embargo, según advierten los científicos alemanes, “los niveles de anticuerpos neutralizantes no sugieren una estrecha correlación con el curso clínico de la enfermedad”. La aparición de los anticuerpos —generados por el cuerpo humano para defenderse del invasor— no implica la eliminación inmediata del virus.
Los autores del estudio alertan de que las futuras vacunas enfocadas a instigar la producción de anticuerpos tendrán que “inducir respuestas muy fuertes para ser efectivas”. Margarita del Val cree que esto es un espaldarazo a la estrategia del virólogo español Luis Enjuanes, cuyo equipo en el Centro Nacional de Biotecnología trabaja para obtener una vacuna a partir de una versión atenuada del virus, capaz de desencadenar una respuesta inmune completa sin causar la enfermedad.
Cuatro de los nueve pacientes de Múnich comunicaron una pérdida del olfato y del gusto. Algunos tipos de glóbulos blancos de la sangre producen anticuerpos para luchar contra los virus que circulan fuera de las células humanas. Otros glóbulos blancos, denominados linfocitos T citotóxicos, destruyen las propias células infectadas, convertidas en auténticas fábricas de nuevos virus. Una vez dentro de una célula humana, un coronavirus puede producir hasta 100.000 copias de sí mismo en 24 horas.
“Con una vacuna como la del grupo de Luis Enjuanes se dejaría abierta la posibilidad de que se induzca también una inmunidad celular que pudiera actuar sobre las fábricas de nuevos virus, las células infectadas, a la vez que los anticuerpos neutralizan las partículas de virus infeccioso circulante”, opina Del Val. Otro camino para desarrollar vacunas es utilizar solo determinadas proteínas del virus, pero la estimulación del sistema inmunitario podría ser insuficiente, según advierte la viróloga. Para Del Val, los nuevos hallazgos también obligan a “evaluar con cautela” el uso de transfusiones directas de plasma sanguíneo de pacientes recuperados como tratamiento experimental de los enfermos. “Habría que usar los plasmas con la mayor concentración de anticuerpos posible”, apunta.

El análisis de los nueve pacientes alemanes sugiere que el virus ataca el cuerpo humano en “dos oleadas”, en palabras de Margarita del Val. La primera, concentrada en la garganta y con síntomas leves o indetectables, facilitaría la diseminación explosiva del virus. En la segunda fase, solo presente en una minoría de los enfermos, la multiplicación del virus se concentraría en los pulmones, de manera similar al SARS de 2002, con neumonías que pueden llegar a ser letales.
Dos de los nueve pacientes alemanes llegaron a mostrar indicios preliminares de neumonía. En sus esputos, el virus se mantuvo en niveles altos hasta los días 10 y 11. Según los autores, estos resultados sugieren que, en los casos leves, los médicos podrían dar el alta hospitalaria a los pacientes a partir del día 10, si la presencia de ARN del virus en sus esputos es baja. Para evitar el “pequeño riesgo residual de infectividad”, los investigadores recomiendan el aislamiento domiciliario de estas personas hasta la curación total.
Fuente: El País
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