Las imágenes que ha revelado la NASA de la luna más grande de Saturno, Encélado, demuestran que hay un océano debajo de su superficie polar.
La agencia espacial estadounidense encontró en 2017 evidencias de que esta luna podría albergar vida. En la misión Cassini, los datos que se recogieron fue la luz reflejada en Saturno, sus anillos y satélites. Separó la luz por longitudes de onda para posibilitar que los científicos conociesen mejor la composición del material que la reflejaba, y se pudo observar que existen grandes columnas de granos de hielo y vapor por debajo de la superficie de la luna que provienen de su océano líquido interior.
Encélado se encuentra cubierto por una capa de hielo con un espesor medio de veinte kilómetros, pero en el polo sur, donde están los géiseres, es de unos cinco kilómetros. Los científicos de la misión argumentaron que es geoquímicamente posible que el agua caliente proveniente de los géiseres haya atravesado el hielo. El agua vendría de unas chimeneas hidrotermales procedentes del fondo del mar como las que se pueden encontrar en la Tierra. Según una hipótesis, fue en estas chimeneas donde se pudieron formar las primeras entidades reproductoras, el origen de la vida.
El nuevo estudio desvela ahora una nueva región de Encélado donde pudieron suceder cosas muy similares. Se trata del análisis más completo de las imágenes infrarrojas que tomó Cassini de toda esta luna. Destacan las asombrosas "rayas de tigre", cuyo nombre viene de las grandes fracturas en el hielo del polo sur, y están hechas del hielo más reciente y cristalino que existe en Encélado. Estas fracturas están generadas por las fuerzas de marea de la luna mientras hace su órbita excéntrica alrededor de Saturno. Este planeta tira y estira a Encélado, lo que provoca el calentamiento interno y la actividad geotérmica, dando lugar a la creación de grietas en la superficie del hielo del polo sur. Los géiseres expulsan de su interior agua que se mantiene líquida debido al calentamiento interno, esta agua cubre la superficie y crea así una nueva capa de hielo.
La agencia espacial estadounidense encontró en 2017 evidencias de que esta luna podría albergar vida. En la misión Cassini, los datos que se recogieron fue la luz reflejada en Saturno, sus anillos y satélites. Separó la luz por longitudes de onda para posibilitar que los científicos conociesen mejor la composición del material que la reflejaba, y se pudo observar que existen grandes columnas de granos de hielo y vapor por debajo de la superficie de la luna que provienen de su océano líquido interior.
Encélado se encuentra cubierto por una capa de hielo con un espesor medio de veinte kilómetros, pero en el polo sur, donde están los géiseres, es de unos cinco kilómetros. Los científicos de la misión argumentaron que es geoquímicamente posible que el agua caliente proveniente de los géiseres haya atravesado el hielo. El agua vendría de unas chimeneas hidrotermales procedentes del fondo del mar como las que se pueden encontrar en la Tierra. Según una hipótesis, fue en estas chimeneas donde se pudieron formar las primeras entidades reproductoras, el origen de la vida.
El nuevo estudio desvela ahora una nueva región de Encélado donde pudieron suceder cosas muy similares. Se trata del análisis más completo de las imágenes infrarrojas que tomó Cassini de toda esta luna. Destacan las asombrosas "rayas de tigre", cuyo nombre viene de las grandes fracturas en el hielo del polo sur, y están hechas del hielo más reciente y cristalino que existe en Encélado. Estas fracturas están generadas por las fuerzas de marea de la luna mientras hace su órbita excéntrica alrededor de Saturno. Este planeta tira y estira a Encélado, lo que provoca el calentamiento interno y la actividad geotérmica, dando lugar a la creación de grietas en la superficie del hielo del polo sur. Los géiseres expulsan de su interior agua que se mantiene líquida debido al calentamiento interno, esta agua cubre la superficie y crea así una nueva capa de hielo.
Según un estudio publicado en Icarus, en el hemisferio norte de Encélado se ha encontrado otra zona de hielo muy joven, lo que señala que no hace mucho tiempo, en líneas temporales geológicas, hubo actividad volcánica o hidrotermal.
Gabriel Tobie, astrónomo de la Universidad de Nantes (Francia), explica que es difícil conocer la edad exacta, todo depende de cómo pierde su transparencia el hielo. Si excluimos el polo sur, pensamos que el hielo cristalino del polo norte es el más joven de Encélado. De este modo, cabe la posibilidad de que tenga unos cientos de miles de años, pero también podrían ser millones de años.
Fuentes: El País, El Confidencial.
Gabriel Tobie, astrónomo de la Universidad de Nantes (Francia), explica que es difícil conocer la edad exacta, todo depende de cómo pierde su transparencia el hielo. Si excluimos el polo sur, pensamos que el hielo cristalino del polo norte es el más joven de Encélado. De este modo, cabe la posibilidad de que tenga unos cientos de miles de años, pero también podrían ser millones de años.
Fuentes: El País, El Confidencial.
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