Un estudio liderado por expertos del grupo de investigación en Nutrigenómica y Obesidad de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y del CIBEROBN, explican la importancia de determinados micronutrientes donde la ausencia de ellos, se relaciona con una mayor incidencia o mortalidad causada por la COVID-19.
Los principales antioxidantes aportados por la dieta son vitaminas (C, E), presentes sobre todo en alimentos de origen vegetal. La vitamina E está asociada con una respuesta inmune deteriorada, cuando se ingieren suplementos de este por encima de las recomendaciones, se produce una mejora del sistema inmunitario, esto podría deberse al aumento producido en la generación de anticuerpos y la vitamina C incide en ciertos parámetros del sistema inmunológico, aumentando el riesgo de padecer infecciones, virus y sobre todo a nivel del tracto respiratorio.
La vitamina A si se carece de ella puede afectar considerablemente a la respuesta y funciones del sistema inmunológico.
La B12 es una vitamina hidrosoluble esencial para el correcto funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, así como para la formación de los glóbulos rojos de la sangre y de diversas proteínas fundamentales para el organismo.
La deficiencia de este nutriente puede causar cansancio, debilidad, restreñimiento, pérdida del apetito o de peso, anemia megaloblástica, así como problemas neurológicos. En el caso de los niños, los signos de una deficiencia de vitamina B12 incluyen retraso de desarrollo y crecimiento, problemas de movimiento y anemia megaloblástica.
Con enfermedades como la Covid-19, conviene no desmerecer los factores sobre los que sí ejercemos cierto control y que pueden ayudar a un buen funcionamiento del sistema inmunitario en la lucha contra este virus y donde la nutrición juega un papel fundamental.
Por tanto se debe implementar un régimen de alimentación basado en alto consumo de vegetales, verduras y frutas, ya que estos son ricos en vitaminas y minerales.Una excelente fuente de proteína vegetal son los granos, los cuales a la misma vez son ricos en vitamina E (frijoles negros, rojos, lentejas, garbanzos, semillas de girasol, semillas de sésamo, semillas de chía, pistachos, soja). Es importante el consumo de mariscos, pescado, y carnes ya que la vitamina B12 está solo presente en los productos de origen animal.
En este contexto surge la inmunonutrición, una disciplina en plena expansión que estudia el efecto de los alimentos y de las moléculas que contienen sobre el sistema inmunitario, porque, en efecto, lo que comemos forja nuestro sistema inmune. Sin embargo, sí es recomendable mantener un peso óptimo y llevar una alimentación lo más variada posible que permita adquirir todos los macronutrientes y micronutrientes de forma natural.
Con este panorama, conviene no desmerecer los factores sobre los que sí ejercemos cierto control y que pueden ayudar a un buen funcionamiento del sistema inmunitario en la lucha contra las enfermedades infecciosas, como es el caso de la COVID-19. Y en este punto la nutrición juega un papel fundamental.
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