LO PELIGROSO DE ABUSAR DE LA FRUCTOSA

Un estudio reciente puede responder a la pregunta que muchos nos hemos hecho alguna vez ¿puede haber algo malo en la fructosa? Pues la respuesta es sí, ya que dicho estudio realizó algunas pruebas en ratones y descubrieron que este glúcido puede ser el causante de una enfermedad llamada hígado graso no alcohólico.

Si la fructosa ( que es un edulcorante omnipresente sobre todo en la dieta americana) es consumida en grandes cantidades puede originar la enfermedad conocida como hígado graso no alcohólico.

Si la fructosa (que es un edulcorante omnipresente sobre todo en la dieta americana) es consumida en grandes cantidades puede originar la enfermedad conocida como hígado graso no alcohólico. Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California de San Diego contradijeron a lo que se pensaba anteriormente, la fructosa solo nos afecta tras su llegada a los intestinos ya que aquí la barrera epitelial que separa para evitar que sean dañados los órganos internos por las toxinas bacterianas del intestino es interrumpida por el azúcar.

La enfermedad de hígado graso no alcohólico es casi siempre la responsable de la enfermedad hepática crónica la cual puede llegar a formar cirrosis, cáncer de hígado, la insuficiencia hepática e incluso la muerte. Según Michael Karin el hallazgo realizado por este estudio puede llegar a ayudar a prevenir las enfermedades hepáticas primarias.

Desde el año 1970 se ha aumentado en grandes cantidades el consumo de fructosa, sobre todo debido a la aparición del jarabe de maíz de alta fructosa, que sustituye al azúcar sobre todo en alimentos procesados y envasados como cereales e incluso refrescos debido a su bajo precio. Diferentes estudios con animales han concluido que la causa principal de obesidad en Estados Unidos, varias enfermedades inflamatorias, enfermedades cardiacas e incluso el cáncer puede ser debido al consumo excesivo del jarabe de maíz de alta fructosa.

La enzima conocida como fructoquinasa, producida por el hígado y por el intestino, es la responsable de la descomposición de la fructosa en el tracto digestivo humano. Mediante experimentos llevados a cabo en ratones, consiguieron descubrir que el metabolismo de la fructosa en las células intestinales reduce la producción de proteínas las cuales son las responsable de mantener la barrera intestinal (esta consiste en una capa de tejido epitelial que se encuentran muy empaquetadas y que se encuentras cubiertas de moco evita que las bacterias y los productos microbianos entren en contacto con el hígado y la sangre lo que sería bastante perjudicial para nosotros.

Jelena Todoric
, primera directora del estudio, expone que el deterioro de la barrera y el aumento de su permeabilidad debido al gran consumo de fructosa puede llegar a ser una condición inflamatoria conocida como endotoxemia.

En el estudio llevado a cabo por Jelena se dieron cuenta que las endotoxinas que conseguían llegar hasta el hígado, conseguían provocar un aumento de la producción de citoquitinas inflamatorias así como la estimulación de la conversión de la fructosa y la glucosa en depósitos de ácidos grasos. Karin afirma que la fructosa realiza su mayor daño en el hígado, pero si el daño que se produce en la barrera intestinal es mínimo, este daño es muy mínimo.

De una manera curiosa, cuando los investigadores le daban una dosis por debajo de un límite a los ratones de fructosa no se observaban efectos negativos, lo que significa que solo el consumo excesivo y a largo plazo de este monosacárido representa un riesgo para la salud, mientras que una ingesta regulada a través de las frutas no es riego para la salud.

Por desgracia hay muchos alimentos en nuestra dieta que no sabemos que tienen este jarabe de maíz y es por ello que no se puede hacer una estimación de la cantidad media ingerida de fructosa por persona.

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