El plástico es omnipresente. Podemos encontrarlo en los envases de los productos, incluso como ingrediente en los cosméticos, en el textil de la ropa, en materiales de construcción, juguetes y en multitud de utensilios y objetos.
Su creciente producción y uso amenazan con contaminar cada rincón del planeta, especialmente los mares, destino final de muchos de ellos, donde perjudican seriamente la salud de los ecosistemas acuáticos y la supervivencia de las especies. Los podemos encontrar en la playa, en las rocas, flotando en el agua e incluso en las zonas más profundas. Desde el Ártico hasta la Antártida, en zonas pobladas y en islas deshabitadas. Cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura.
El PET (tereftalato de polietileno), es un compuesto que se encuentra en la mayoría de botellas de plástico y otro tipo de recipientes de un solo uso, además de en la ropa. Aunque puede reciclarse, no es biodegradable, lo que significa que tarda cientos de años en desaparecer cuando llega al medio natural. De ahí que los científicos lleven años empeñándose en descubrir un sistema para conseguir acabar con este y otros tipos de plásticos.
Para combatir este serio problema e intentar solucionarlo, hace varios años un equipo de investigadores japoneses encontraron una bacteria que poseía la capacidad y habilidad de descomponer el plástico, y todo ello, sin provocar efectos nocivos para el medio ambiente. Sin embargo, este descubrimiento no fue del todo eficaz, pues el ritmo al que lo hacía no era suficientemente rápido.
Varios años más tarde, un grupo de científicos de la Universidad de Portsmouth, localizada en Reino Unido, han modificado la encima (PPETase) producida por dicha bacteria, responsable de la descomposición de las moléculas de plástico, y descubrieron que la enzima 'reconfigurada’ era capaz de eliminar el plástico mejor que el organismo unicelular, además de un 20% más rápido.
Pero, además, siguieron investigando y avanzaron. Decidieron combinar esa enzima junto con otra que tenía su misma función, dicha encima habita en la basura y se alimenta de una dieta de botellas de plástico. Esta segunda enzima se conoce con el nombre de MHETasa. De ese modo, se consiguió crear una ’superenzima’ capaz de devorar tres veces más plástico que la primera prueba, y al doble de velocidad.
Para combatir este serio problema e intentar solucionarlo, hace varios años un equipo de investigadores japoneses encontraron una bacteria que poseía la capacidad y habilidad de descomponer el plástico, y todo ello, sin provocar efectos nocivos para el medio ambiente. Sin embargo, este descubrimiento no fue del todo eficaz, pues el ritmo al que lo hacía no era suficientemente rápido.
Varios años más tarde, un grupo de científicos de la Universidad de Portsmouth, localizada en Reino Unido, han modificado la encima (PPETase) producida por dicha bacteria, responsable de la descomposición de las moléculas de plástico, y descubrieron que la enzima 'reconfigurada’ era capaz de eliminar el plástico mejor que el organismo unicelular, además de un 20% más rápido.
Pero, además, siguieron investigando y avanzaron. Decidieron combinar esa enzima junto con otra que tenía su misma función, dicha encima habita en la basura y se alimenta de una dieta de botellas de plástico. Esta segunda enzima se conoce con el nombre de MHETasa. De ese modo, se consiguió crear una ’superenzima’ capaz de devorar tres veces más plástico que la primera prueba, y al doble de velocidad.
Los experimentos demostraron que ambas enzimas funcionaban mejor juntas, y las vincularon físicamente.
La acción conjunta de PPETase y MHETase descompone el PET en sus componentes básicos, esto abre la posibilidad de reducir de forma considerable los desechos plásticos contaminantes.
Fuentes: National Geographic, Expreso
Fuentes: National Geographic, Expreso
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Te rogamos que seas preciso y educado en tus comentarios.