El proceso es más sencillo de lo que podría parecer, tal y como describe a NIUS Jesús Párraga, coordinador de la investigación y edafólogo de la Universidad de Granada: “Sabíamos que hay microorganismos que se transportan entre continentes entre el polvo en suspensión, pero no sabíamos cómo”. Así, el principal hallazgo del estudio liderado por Párraga ha sido descubrir que existen bacterias que utilizan su sistema de defensa, los denominados ‘exopolisacáridos microbianos’ para adherirse a las partículas de polvo, principalmente cuarzo. “Es como una especie de moco o pegamento que los recubre, con el que estos microorganismos se adhieren al polvo para viajar en él”.
Este proceso está estrechamente ligado con el fenómeno de la sequía. Allí donde la temperatura es más cálida, el suelo se erosiona con mucha más rapidez, provocando que los microorganismos presentes en él se desprendan junto con las partículas erosionadas. La otra vía de viaje de estos minúsculos organismos es la arena de los grandes desiertos del mundo.
“Hemos descubierto partículas de polvo del Sáhara en el Amazonas o en el Himalaya”, asegura Párraga, quien ejemplifica claramente cómo este proceso de viaje global de las bacterias o los virus en el polvo atmosférico puede traducirse en una expansión mundial de una enfermedad.Este proceso favorece también la expansión global de los virus que se hospedan, por ejemplo, en los mosquitos que aprovechan las grandes corrientes atmosféricas para viajar de un continente a otro llevando consigo alguna enfermedad tropical.
A esas partículas de polvo en suspensión que viajan por todo el planeta arrastradas por las corrientes atmosféricas, los investigadores de la Universidad de Granada las han rebautizado como ‘Iberulitos’. En su tránsito planetario, van limando sus vértices y adquiriendo una forma redondeada por efecto del propio viento, mientras que al atravesar nubes adquieren humedad y recogen agua. Todo ello hace de estos ‘Iberulitos’ un ecosistema “ideal” para que los microorganismos sobrevivan en ellos durante sus largos tránsitos entre continentes.
Así, Párraga, no duda en afirmar que sus ‘Iberulitos’ son, efectivamente, un vector de contagio más de ciertas enfermedades a nivel mundial como la meningitis. “Actúan como lanzaderas espaciales para los microorganismos”.
Este descubrimiento se ampliará con la segunda parte del estudio, que será publicada próximamente.
Fuentes: NIUS, Europa Press
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