Las proteínas quinasas son enzimas que modifican un sustrato
mediante un proceso de fosforilación, ya sea para activar o desactivar a dicho
sustrato, teniendo gran importancia en el ajuste de las proteínas celulares.
Estas moléculas, en un estado anómalo, pueden estimular la formación de
tumores, por lo que, comprensiblemente, son uno de los objetivos de los
medicamentos contra el cáncer.
Existen aproximadamente 514 quinasas en el ser humano, es
decir, el 2,5% de todo el genoma humano. Por ello es necesario saber que
moléculas de esta clase pueden descomponerse y qué fármacos son más eficientes.
Un artículo publicado en la revista Cell presenta un mapa
con 200 de estas proteínas, para facilitar a los científicos trabajando en este
campo el diseño de moléculas específicas para la descomposición de cada
quinasa. Esto daría como resultado medicamentos más efectivos que los
tratamientos existentes en la actualidad.
Dicho problema ha sido resuelto mediante una “técnica” que
directamente destruye las proteínas que han eludido los fármacos estándar. A
este método se le denomina degradación de proteínas dirigida (TPD),
aprovechando el mecanismo interno de las células para eliminar aquellas
proteínas deterioradas.
Por otra parte, las moléculas utilizadas se denominan degradadores,
especialmente diseñadas para acoplarse, con un lado degradador que se enlaza
con una quinasa específica y otro que se a la enzima ubiquitina ligasa E3.
Dicha enzima marca a la quinasa con la proteína ubiquitina, que a su vez atrae
al proteosoma, eliminando este último a la quinasa.
Fuente: Infosalus
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