Científicos y colaboradores de la Cínica Mayo, en Rochester, Minnesota, han descubierto cómo algunos virus consiguen camuflarse y así evitar el sistema inmunitario humano. Consiste en el secuestro de una enzima destinada a prevenir enfermedades autoinmunes y además, utilizada por algunos virus para evitar la detección inmune. Por otro lado, se ha cuantificado de manera precisa la cantidad de material genético viral necesario para conseguir revertir este proceso y del mismo modo, activar el sistema inmunológico contra el virus. El hallazgo se ha publicado en Plos Biology.
Aquellos virus que tienen la capacidad de llevar a cabo esta estrategia son aquellos cuyo material genético es ARN, este puede ser monocatenario (una estructura simple de una sola cadena) o bicatenario (una estructura más compleja de doble cadena). El sistema inmunitario humano dispone de múltiples proteínas que reconocen los largos tramos de ARN bicatenario presente en los virus. Sin embargo, nuestras propias células humanas fabrican ARN, necesario para llevar a cabo nuestras funciones vitales, y este contiene pequeños tramos de doble cadena que también podrían ser reconocidos por las proteínas como una amenaza. Por lo tanto, si el sistema inmunitario es activado por el ARN de doble cadena humano, daría lugar a trastornos autoinmunes, en los que el sistema inmunitario ataca al cuerpo por error.
Sin embargo, los humanos han desarrollado una proteína llamada ADAR1 (adenosina desaminasas) que actúa sobre el ARN para prevenir esta autoinmunidad. Esta proteína está codificada por el gen ADAR y es específica de ARN bicatenario: se une a él y cambia la adenosina por iosina a través de un proceso llamado desaminación.
ADAR1 reconoce los tramos cortos del ARN humano de doble cadena y los convierte en cadenas simples para que no activen el sistema inmunológico. Además de ser un equilibrio entre la prevención de la autoinmunidad y también está involucrada en la detección de virus. El problema es que los virus han evolucionado para aprovechar ese equilibrio.
De esta forma, las personas que tienen un error relacionado con esta proteína pueden desarrollar diversos trastornos, como es el caso del síndrome de Aicardi-Goutières. Dicho síndrome, es un trastorno autoinmune poco frecuente, pero debilitante que es causado por una mutación perjudicial en el gen ADAR1. Los pacientes que sufren de Aicardi-Goutières producen respuestas de inflamación contra sus propios cuerpos que causan daño a los tejidos, especialmente trastornos en el cerebro.
ADAR1, sin embargo, puede ser empleada en nuestra contra. Esto de debe a que si ADAR1 actúa sobre el ARN humano, también lo hará sobre el ARN de doble cadena viral. Pues, algunos virus, han conseguido “secuestrar” la enzima y hacer que esta cambie la estructura de su material genético, protegiendo entonces a los virus de la detección de nuestro sistema inmunitario.
El grupo de científicos que han desarrollado el experimento han establecido que existe un umbral en la cantidad de material genético a partir del cual la enzima es incapaz de actuar. Esto se consigue gracias a que la proteína, en un momento determinado, impide cambiar el ARN viral de doble cadena a cadenas simples. Es en este momento en el que el sistema inmunológico se activa debido a la presencia de cadenas dobles de ARN viral sin modificaciones.
Destacan que el estudio cita alrededor de 1.000 hebras dobles de ARN como umbral para la activación inmune. Los investigadores llegaron a tal conclusión tras eliminar el gen ADAR1 en las células y recolectar y secuenciar el ARN humano que dichas células contenían. Posteriormente, se centraron en comparar el ARN humano de las células normales y las células deficientes en ADAR1. De ese modo, pudieron determinar qué genes exactamente se ven afectados por ADAR1.
Continuaron el estudio introduciendo el virus del sarampión o un virus del sarampión mutante en el interior de las células manipuladas. Observaron que sin ADAR1, ninguno de estos virus crecía correctamente. Sin embargo, cuando volvieron a introducir ADAR1, el virus normal del sarampión pudo crecer bien, pero el virus mutante no.
Este descubrimiento por parte del grupo de expertos, puede tener como finalidad desarrollar nuevas terapias antivirales, con el objetivo de que los virus no puedan esconderse de nuestro sistema inmunológico. Y mucho menos, que lo utilicen en nuestra contra consiguiendo perjudicarnos.
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