Las auroras boreales y australes son uno de los fenómenos más espectaculares que se pueden ver en la Tierra. Los científicos ya habían demostrado que se podían formar en otros planetas, pero ahora han descubierto que también en los cometas o, al menos, en uno.
Según explican en un estudio, publicado en la revista Nature, los datos de la sonda Rosetta nos ha revelado que el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko también tiene su propia aurora.
Las auroras en la Tierra, tanto las boreales como las australes, se producen a causa de las partículas cargadas electromagnéticamente que parten del Sol y golpean la atmósfera superior en los polos creando destellos de colores verde, rojo y blanco. Aparte de en la Tierra, se han descubierto en Júpiter y sus satélites, Saturno, Urano, Neptuno y Marte, pero, hasta la fecha, no había constancia de que aparecieran en cometas. Ha tenido que ser la misión Rosetta, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que estudió el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko entre 2014 y de 2016 la que nos ha ofrecido tan llamativa información. Desde la NASA apuntan que esta es la primera vez que se documentan estas emisiones electromagnéticas en ultravioleta.
Jim Burch, vicepresidente de la División de Ciencias e Ingeniería Espaciales del Instituto de Investigación del Suroeste, una de las mayores organizaciones de Investigación y Desarrollo de los Estados Unidos, responsable de los equipos de medición de la misión Rosetta, ha explicado que las partículas cargadas del Sol que fluyen hacia el cometa en el viento solar interactúan con el gas que rodea el núcleo helado y polvoriento del cometa y crean las auroras. El instrumento IES de la misión Rosetta los detectó.
Joel Parker, del Instituto de Investigación del Suroeste relata que inicialmente, pensaron que las emisiones ultravioletas en el cometa 67P eran un fenómeno conocido como 'dayglow', un proceso causado por la interacción de los fotones solares con el gas cometario. Les sorprendió descubrir que las emisiones ultravioletas eran auroras, impulsadas no por fotones, sino por electrones en el viento solar que rompen el agua y otras moléculas en el cometa y han sido aceleradas en el entorno cercano del cometa. Los átomos excitados resultantes crean esta luz distintiva.
La misión Rosetta ha proporcionado una gran cantidad de datos a los científicos, dándoles más información sobre cómo exactamente el Sol y el viento solar interactúan con los cometas. Rosetta fue también la primera en volar junto a un cometa mientras viajaba hacia el interior de nuestro Sistema Solar y en enviar un módulo de aterrizaje a la superficie de un cometa.
Fuentes: El Confidencial, Clarín
Según explican en un estudio, publicado en la revista Nature, los datos de la sonda Rosetta nos ha revelado que el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko también tiene su propia aurora.
Las auroras en la Tierra, tanto las boreales como las australes, se producen a causa de las partículas cargadas electromagnéticamente que parten del Sol y golpean la atmósfera superior en los polos creando destellos de colores verde, rojo y blanco. Aparte de en la Tierra, se han descubierto en Júpiter y sus satélites, Saturno, Urano, Neptuno y Marte, pero, hasta la fecha, no había constancia de que aparecieran en cometas. Ha tenido que ser la misión Rosetta, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que estudió el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko entre 2014 y de 2016 la que nos ha ofrecido tan llamativa información. Desde la NASA apuntan que esta es la primera vez que se documentan estas emisiones electromagnéticas en ultravioleta.
Jim Burch, vicepresidente de la División de Ciencias e Ingeniería Espaciales del Instituto de Investigación del Suroeste, una de las mayores organizaciones de Investigación y Desarrollo de los Estados Unidos, responsable de los equipos de medición de la misión Rosetta, ha explicado que las partículas cargadas del Sol que fluyen hacia el cometa en el viento solar interactúan con el gas que rodea el núcleo helado y polvoriento del cometa y crean las auroras. El instrumento IES de la misión Rosetta los detectó.
Joel Parker, del Instituto de Investigación del Suroeste relata que inicialmente, pensaron que las emisiones ultravioletas en el cometa 67P eran un fenómeno conocido como 'dayglow', un proceso causado por la interacción de los fotones solares con el gas cometario. Les sorprendió descubrir que las emisiones ultravioletas eran auroras, impulsadas no por fotones, sino por electrones en el viento solar que rompen el agua y otras moléculas en el cometa y han sido aceleradas en el entorno cercano del cometa. Los átomos excitados resultantes crean esta luz distintiva.
La misión Rosetta ha proporcionado una gran cantidad de datos a los científicos, dándoles más información sobre cómo exactamente el Sol y el viento solar interactúan con los cometas. Rosetta fue también la primera en volar junto a un cometa mientras viajaba hacia el interior de nuestro Sistema Solar y en enviar un módulo de aterrizaje a la superficie de un cometa.
Fuentes: El Confidencial, Clarín
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