CONSIGUEN FRENAR LA BACTERIA CLOSTRIDIUM RESPONSABLE DEL VENENO MÁS PODEROSO

La bacteria Clostridium botulinum genera la toxina botulínica, uno de los venenos más poderosos que el ser humano conoce. Es tan letal que solo hace falta un nanogramo de esta sustancia para acabar con la vida de una persona: sus nocivos efectos neurotóxicos en el sistema nervioso provocan la parálisis y, como última consecuencia, que no podamos respirar por nosotros mismos, dando lugar al fallecimiento. Estas toxinas se encuentran a menudo en alimentos contaminados (las conservas caseras son las principales responsables).

De esta manera, numerosos equipos científicos han tratado de buscar, a lo largo de los años, un remedio que consiga que esta toxina deje de ser potencialmente mortal para el ser humano y la casualidad ha querido que dos equipos hayan llegado a dos soluciones por vías diferentes casi al mismo tiempo. Así, un equipo dirigido por Konstantin Ichtchenko, bioquímico de la Universidad de Nueva York, y otro por Min Dong, neurólogo y microbiólogo del Boston Children’s Hospital, han hallado dos soluciones por vías diferentes para conseguir frenar el veneno de esta toxina, al menos en animales.

El equipo de Ichtchenko llevó a cabo una serie de intervenciones basadas en ingeniería genética con lo que consiguieron hacer ajustes en la proteína de la toxina botulínica, generando una mucho menos tóxica. Con ello, lo que han logrado ayudar a los anticuerpos inmunes a esta enfermedad, a que ingresen en las células nerviosas, que es precisamente el lugar donde la toxina invade y evita ser detectada por el sistema inmunológico.

En el caso del equipo de Dong, el desarrollo estuvo basado en un medicamento generado en base a la toxina botulínica original y en base a otra toxina modificada genéticamente que no invade ni daña las células nerviosas humanas. Se trata de un remedio que no es tóxico y que revierte la infección en cuestión de horas. 

Los investigadores necesitaban superar dos barreras técnicas que habían impedido que el botulismo fuera tratado eficazmente en el pasado. Curiosamente, su solución estaba en la propia toxina botulínica. Una barrera para el tratamiento ha sido atravesar la membrana celular, lo cual es difícil para los medicamentos proteínicos. La otra es dirigirse a tipos específicos de células, y en este caso la especificidad hacia las neuronas motoras y las terminales nerviosas.

De momento, ambos equipos científicos han sido capaces de demostrar que las dos vías que han investigado para tratar de frenar el veneno más poderoso conocido por el ser humano son exitosas en animales, por lo que el siguiente paso es conseguir la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) para comenzar los análisis en seres humanos. 

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