Es evidente que las ganas de orinar no es solo una cuestión del sistema urinario como cuando la vejiga se llena y sentimos la necesidad de expulsar la orina, si no que en ejecutar la expulsión de la orina interviene si o si nuestro cerebro ya que debe recibir la información para poder llevarla a cabo; pero, ¿qué es lo que permite que nuestra vejiga y nuestro cerebro se conecten y se coordinen para llevar a cabo la expulsión de la orina? Es entonces cuando se ha identificado que se trata de un gen que conecta la vejiga con el cerebro y es responsable de las ganas de orinar.
Varios investigadores del Instituto de Investigación Scripps y el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Apoplejía de EE.UU., han establecido una conexión molecular entre el cerebro y la vejiga al identificar un gen responsable de las ganas de orinar. El gen PIEZO2, que codifica para una proteína que interviene en el sentido del tacto, actúa como sensor y conecta las células de la vejiga con las células nerviosas que transmiten al cerebro la sensación de que la vejiga está llena.
Este gen interviene en las funciones de propiocepción, tacto y percepción del dolor, tanto en ratón como en humanos. Estudiando las características de las personas con mutaciones que afectan a la función de PIEZO2, los investigadores descubrieron que muchos de ellos mostraban problemas relacionados con la micción, por lo que decidieron explorar si este gen podría intervenir en algún mecanismo de este proceso.
Mediante estudios y trabajos en ratones, encontraron que PIEZO2 muestra una elevada actividad en un grupo de neuronas que envían señales sensoriales desde la vejiga a centros nerviosos, así como en ciertas células que recubren el interior de la vejiga. Además, la actividad del gen se elevaba cuando la vejiga estaba llena de líquido, lo que apuntaba a que podía estar relacionado con la necesidad de orinar.
Posteriormente, los investigadores estudiaron qué ocurre cuando este gen no funciona correctamente. Al inactivar PIEZO2 de forma simultánea en las células del ganglio espinal donde se transmite la información sensorial y las células de la vejiga donde se expresa, observaron como en el caso de los ratones mostraban diversos problemas de micción, como incontinencia, y necesitaban mayor presión en la vejiga para activar la micción. Resultados parecidos se obtenían al inactivar el gen únicamente en uno de los dos tipos celulares. En este caso, los ratones tardaban más tiempo en sentir la necesidad de orinar, algo similar a lo que se observa en las personas con mutaciones que comprometen la función de PIEZO2. Gracias a los resultados y a la información a la que se había llegado, el equipo plantea que cuando la vejiga se llena, se estira la membrana de las células que la recubren, produciendo fuerzas mecánicas que activan la señal de necesidad de orinar en las neuronas sensoriales de la vejiga .
Miccionar es una función necesaria y esencial para nuestra salud ya que mediante la orina nos deshacemos de los deshechos de nuestro organismo. Ardem Patapoutian, investigador en el Instituto Scripps de Investigación y uno de los directores del trabajo señala que ellos muestran cómo genes y células específicos podrían tener papeles clave en iniciar este proceso y esperan que los resultados de su estudio proporcionen una comprensión más detallada de cómo la micción funciona en condiciones de salud y enfermedad.
Mediante estudios y trabajos en ratones, encontraron que PIEZO2 muestra una elevada actividad en un grupo de neuronas que envían señales sensoriales desde la vejiga a centros nerviosos, así como en ciertas células que recubren el interior de la vejiga. Además, la actividad del gen se elevaba cuando la vejiga estaba llena de líquido, lo que apuntaba a que podía estar relacionado con la necesidad de orinar.
Posteriormente, los investigadores estudiaron qué ocurre cuando este gen no funciona correctamente. Al inactivar PIEZO2 de forma simultánea en las células del ganglio espinal donde se transmite la información sensorial y las células de la vejiga donde se expresa, observaron como en el caso de los ratones mostraban diversos problemas de micción, como incontinencia, y necesitaban mayor presión en la vejiga para activar la micción. Resultados parecidos se obtenían al inactivar el gen únicamente en uno de los dos tipos celulares. En este caso, los ratones tardaban más tiempo en sentir la necesidad de orinar, algo similar a lo que se observa en las personas con mutaciones que comprometen la función de PIEZO2. Gracias a los resultados y a la información a la que se había llegado, el equipo plantea que cuando la vejiga se llena, se estira la membrana de las células que la recubren, produciendo fuerzas mecánicas que activan la señal de necesidad de orinar en las neuronas sensoriales de la vejiga .
Miccionar es una función necesaria y esencial para nuestra salud ya que mediante la orina nos deshacemos de los deshechos de nuestro organismo. Ardem Patapoutian, investigador en el Instituto Scripps de Investigación y uno de los directores del trabajo señala que ellos muestran cómo genes y células específicos podrían tener papeles clave en iniciar este proceso y esperan que los resultados de su estudio proporcionen una comprensión más detallada de cómo la micción funciona en condiciones de salud y enfermedad.
Este estudio muestra como el papel del gen PIEZO2 es muy importante en el control de la micción y los resultados sentarán las bases para identificar otros elementos moleculares que intervienen en este proceso. Dado que los ratones sin PIEZO2 son capaces de orinar a pesar de los problemas en la micción, los investigadores sugieren que podría haber otra proteína mecanosensorial implicada. No obstante, el equipo investiga el papel de los diferentes tipos de células implicadas y así como los mecanismos mediante los que interaccionan entre ellas.
Como conclusión del estudio el gen PIEZO2 coordina de forma precisa la micción por lo que es un gran avance en la comprensión de qué está ocurriendo en nuestro organismo.
Fuentes: Genotipia, La Gaceta
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