Las células de los astronautas en peligro

Desde que existe la humanidad, el ser humano a soñado con alcanzar las estrellas. Desgraciadamente aún están demasiado lejos de nuestro alcance pero, gracias a las tecnologías de las que disponemos actualmente, son muchos los que han podido alejarse de nuestro plantea y adentrarse en el temido, y a la vez deseado, vacío del espacio. Pero diversos estudios biológicos afirman que las células de estos valientes afortunados sufren al estar lejos de la Tierra. Una investigación en ratones y humanos que han viajado al espacio revela que partes críticas de la maquinaria de producción de energía de una célula, las mitocondrias, pueden volverse disfuncionales debido a los cambios en la gravedad, la exposición a la radiación y otros factores. 

Evagelia C. Laiakis, profesora adjunta de oncología en el Centro Oncológico Integral Lombardi de la Universidad de Georgetown (EE UU), es la coautora del estudio que publica la revista Cell y afirma que los esfuerzos de investigación del grupo se centraron en el tejido muscular de los ratones que fueron enviados al espacio y se compararon con los análisis de otros científicos que estudiaron diferentes tejidos en ratones. Aunque cada uno de ellos investigó un tejido diferente, todos llegaron a la misma conclusión: la función mitocondrial se vio afectada negativamente por los viajes espaciales.


Asimismo, la investigación también pudo acceder a los datos de la NASA de bioespecímenes que habían volado al espacio para hacer otras comparaciones. Los datos de los gemelos de la NASA Mark y Scott Kelly fueron particularmente informativos, ya que permitieron comparar los efectos sobre la salud de un astronauta en el espacio, Scott, con los de su hermano en la Tierra, Mark, que es un astronauta retirado. Al contrastar los datos humanos con el trabajo en ratones, Laiakis y su grupo pudieron determinar que los viajes espaciales provocaban ciertos efectos metabólicos, como cambios en el hígado más notables que en otros órganos y una función mitocondrial afectada.


Además En el entorno de la radiación espacial, las exposiciones crónicas e inevitables estarían asociadas con el estrés oxidativo crónico lo que contribuye a desregulaciones en los sistemas cardiovascular, inmunológico y neurológico. 

Los telómeros , regiones de ADN en el extremo de nuestros cromosomas, son muy susceptibles al daño oxidativo. El experimento con los gemelos astronautas Scott y Mark Kelly ya reveló, entre otras cosas, que estos se modifican tras pasar cierto tiempo en el espacio.

Las nuevas observaciones han hallado telómeros más largos en las personas durante los vuelos espaciales así como un acortamiento rápido al regresar a la Tierra. “En general, [los astronautas] terminaron con telómeros más cortos de los que tenían al principio”, dice Bailey.

Tanto los telómeros cortos como los largos están asociados con un mayor riesgo de enfermedad, explica la investigadora. Los telómeros cortos se relacionan con el envejecimiento acelerado y patologías degenerativas asociadas como enfermedades cardiovasculares. Los más largos, aunque generalmente son sinónimo de longevidad, también están relacionados con el cáncer al provocar que las células mutadas vivan más tiempo.

Todo esto nos recuerda que pese a los grandes avances de la humanidad aún estamos muy lejos de circular sin preocupaciones por el espacio y por ente aún muy lejos de las estrellas que nos esperan pacientes encima de nuestras cabezas.

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