LOS VIAJES ESPACIALES DAÑAN LAS CÉLULAS

 Las mitocondrias, que son las encargadas de suministrar la mayor parte de la energía para la actividad celular, se pueden volver disfuncionales en los viajes espaciales. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigación internacional, que ha explorado cómo responden las células a esta situación y cuyos resultados pueden tener implicaciones en los estudios oncológicos en la Tierra.

Una investigación en ratones y humanos que han viajado al espacio revela que partes críticas de la maquinaria de producción de energía de una célula, las mitocondrias, pueden volverse disfuncionales debido a los cambios en la gravedad, la exposición a la radiación y otros factores.

Asimismo, también pudieron acceder a los datos de la NASA de bioespecímenes que habían volado al espacio para hacer otras comparaciones. Los datos de los gemelos de la NASA Mark y Scott Kelly fueron particularmente informativos, ya que permitieron comparar los efectos sobre la salud de un astronauta en el espacio, Scott, con los de su hermano en la Tierra, Mark, que es un astronauta retirado.

Al contrastar los datos humanos con el trabajo en ratones, se pudo determinar que los viajes espaciales provocaban ciertos efectos metabólicos, como cambios en el hígado más notables que en otros órganos y una función mitocondrial afectada.

También se investigó con moscas de la fruta, un insecto minúsculo que resulta muy conveniente porque comparte con el hombre el 75% de los genes causantes de enfermedades y porque tienen un corazón dividido en cuatro cámaras, como el humano.

Varias de estas moscas viajaron a la Estación Espacial Internacional, donde vivieron en condiciones de microgravedad durante tres semanas. Al estudiarlas después, se midió su habilidad de escalar tubos de ensayo, se filmaron en vídeo las contracciones de su diminuto corazón y se extrajeron tejidos para hacer estudios bioquímicos y genéticos. 

Gracias a esto, se elaboró un mapa de la expresión de los genes del tejido cardiaco, la investigación reveló que las moscas espaciales tienen un corazón más pequeño y menos contráctil, por tanto menos competente a la hora de bombear sangre, lo que coincide con lo observado antes en astronautas. No obstante ahora se ha observado por qué: las fibras musculares cardiacas pierden su alineación y pierden contacto con las adyacentes, disminuyendo así la capacidad de bombeo. Además, una especie de capa que rodea a las células cardiacas, la matriz extracelular, es significativamente más débil, y muchos de los componentes que interaccionan con ella están alterados.

Fuentes: National Geographic, ABC

Comentarios