Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han podido conocer, mediante la observación del riñón, que la mejora en la capacidad energética de las células tubulares protege a este órgano de la formación de tejido fibroso, el cual puede dar lugar, posteriormente, a enfermedades como la nefropatía diabética, la nefropatía hipertensiva o el riñón envejecido.
Severo Ochoa, investigador del Centro de Biología Molecular, explica que las células tubulares son células epiteliales especializadas que presentan microvellosidades dispuestas hacia la luz de un túbulo.
Según el investigador, estas estructuras forman en el riñón una superficie amplia, gracias a la cual se efectúa la reabsorción y secreción selectiva de agua, iones y nutrientes orgánicos de un primer filtrado sanguíneo. Ochoa añade que se trata de procesos que requieren grandes cantidades de energía y que conducen finalmente a la formación de la orina, de forma que, se pueden recuperar sustancias útiles y facilitar la eliminación de sustancias nocivas del organismo gracias a la organización funcional del riñón en pequeñas unidades de filtración y depuración.
El trabajo llevado a cabo por este grupo de científicos ha sido publicado en la revista Journal of Clinical Investigation. Estos investigadores han podido observar junto a la mejora de la capacidad energética de estas células, que existe, además, una protección significativa frente al desarrollo de la fibrosis.
Esto lo han comprobado a través de la experimentación con ratones, mediante la sobreexpresión de una proteína enzimática mitocondrial Cpt1a, que permite que los ácidos grasos de cadena larga puedan entrar en las mitocondrias.
Verónica Miguel, investigadora del CSIC y autora principal del trabajo, cuenta que las células epiteliales pueden conservarse en un estado óptimo para defenderse de la inflamación crónica (origen principal de la fibrosis) y, además, generar una gran cantidad de ATP gracias al metabolismo de los ácidos grasos dentro de la mitocondria que otorgan un gran poder energético.
Actualmente, no se tiene conocimiento de ningún activador específico de la enzima Cpt1a, pero sí existen fármacos que ayudan a mejorar el metabolismo de las células renales.
En los últimos 10 años, esta enfermedad renal crónica ha crecido casi un 30% llegando incluso a casi 1300 pacientes por millón de habitantes. Esta afección es la evolución final de patologías donde se "esconde" la fibrosis.
Esta última es, además, un problema metabólico y, por tanto, la modificación del metabolismo puede dar lugar a una mejora de la fibrosis.
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